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Las tropas de Gadafi cercan Ajdabiya en su avance imparable hacia Bengasi

La revuelta, que se ha cobrado cientos de muertos, cumple un mes ante la pasividad de las potencias occidentales y de las Naciones Unidas

AFP

LUIS DE VEGA

Pocos pensaban hace un mes, cuando unas cuantas decenas de libios se echaron a la calle a protestar, que se estuviera gestando la mayor revuelta contra Muamar Gadafi desde que se alzara al poder en 1969. El 15 de febrero aquellos atrevidos eran observados desde las aceras y las ventanas como unos locos mientras eran reprimidos por las Fuerzas de Seguridad en diferentes ciudades. Se habían adelantado un par de días a la verdadera cita con la revolución, convocada a través de la red social «Facebook» para el jueves 17 de febrero siguiendo los pasos de sus vecinos de Túnez y Egipto.

Aquellas manifestaciones exigiendo el fin de la tiranía de Gadafi fueron ganando adeptos. Muchos de los mirones perdieron el miedo y se sumaron a las protestas. Las marchas degeneraron primero en durísimos enfrentamientos dentro de las ciudades y, a finales de febrero, en una guerra civil que mantiene enfrentados a los rebeldes con leales al régimen. Superando a tunecinos, egipcios, yemeníes o bahreiníes, la revolución libia es, con cientos de muertos, la más sangrienta de las que tienen lugar en el mundo árabe.

Un nuevo Irak

La contienda bélica la van ganando los hombres del Ejército, mejor armados y mejor preparados que los insurgentes. Pero los rebeldes cuentan con un gobierno provisional llamado Consejo Nacional que ya ha recibido el respaldo de una parte importante de la comunidad internacional, que, sin embargo, sigue discutiendo la manera de apoyarles sobre el terreno para contrarrestar la superioridad militar de Gadafi.

Esa autoridad con sede en Bengasi, la segunda ciudad de Libia y bastión opositor, no acepta la presencia de tropas extranjeras que les den apoyo. Creen que Libia podría convertirse fácilmente en un nuevo Irak. Sí reclama en cambio que se diseñe una zona de exclusión aérea que frene los bombardeos del Ejército y pide, incluso, que se ponga freno al avance del dictador mediante bombardeos selectivos.

A los rebeldes les quedan dos salidas «rendirse o huir», ha dicho el dictador en una entrevista al diario italiano «Il Giornale». Mientras, sus tropas avanzaban en dirección a Ajdabiya, que ayer fue atacada con bombardeos desde el aire y por artillería pesada desde su flanco oeste mientras huían cientos de guerrilleros y habitantes de la zona en dirección a Bengasi. La ciudad se encontraba cercada por las tropas de Gadafi. El lunes, los aviones ya habían lanzado sobre la población panfletos en los que les amenazaban si se resistían, según la edición digital del nuevo diario «Brnieq», el conocido periódico «Quryna» que ha cambiado de nombre con la revolución.

Ajdabiya, a unos 180 kilómetros de Bengasi, es una de las poblaciones ganadas por los insurgentes en los últimos días, que incluso llegaron a tener bajo su control los importantes enclaves petroleros de Ras Lanuf y Brega, en la costa mediterránea. La desbandada fue ayer generalizada y anoche cientos de coches y camiones llegaban a Bengasi cargados de gente con aires de derrota. La incógnita es saber cómo afrontará Gadafi el asalto a la capital rebelde. Tras el taponazo inicial, el champán con el que los rebeldes celebraron casi incrédulos sus victorias pronto se ha quedado sin fuerza. La euforia ha sido efímera después de esos primeros avances de sus líneas sin apenas tener que combatir con el enemigo.

Así es como la moral de los guerrilleros ha empezado a desmoronarse al comprobar que la ofensiva del Ejército les obliga a dar cada vez más marcha atrás. La realidad es que muchos de los hombres —algunos adolescentes que apenas soportaban el peso del kalashnikov— fueron al frente sin preparación alguna. No ha servido aparentemente de mucho que en los últimos días hayan tomado la iniciativa en el bando insurgente los militares que han desertado del Ejército uniéndose a las filas de la revolución.

Cerca de 300.000 personas han salido de Libia por el conflicto, la mayoría por las fronteras de Túnez y Egipto, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM). Naciones Unidas sigue pidiendo que se permita abrir corredores humanitarios por los que atender a las víctimas o por los que puedan salir los civiles de las zonas de conflicto. Los rebeldes han denunciado incluso que las fuerzas de Gadafi los emplean como escudos humanos.

Hunden dos barcos

Por otra parte, dos aviones rebeldes bombardearon y hundieron ayer dos barcos de las fuerzas de Gadafi frente a las costas de Ajdabiya, según aseguró a EFE el miembro del Consejo Nacional Transitorio (CNT) Fathi Terbel. Terbel desmintió además las informaciones de la televisión estatal libia que aseguran que las fuerzas de Gadafi atacaron una zona de Bengasi, al igual que las que hablan de la llegada a la segunda ciudad libia de cientos de personas y rebeldes que huyen de los combates en Ajdabiya.

Según el miembro del órgano dirigente de los rebeldes, la situación en Bengasi es de «calma total» y no se ha producido ningún ataque de las fuerzas del régimen de Trípoli.

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