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Mas fagocita el discurso radical

La moderación del PPC y la crisis de los socialistas deja al gobierno nacionalista sin apenas oposición

Mas fagocita el discurso radical EFE

MARIA JESÚS CAÑIZARES

Autodeterminación, consultas sobre la independencia, concierto económico, pancatalanismo, insumisión al Constitucional en materia lingüística, embajadas en el exterior... La acción de gobierno de Artur Mas es un perfecto calco del programa electoral de cualquiera de los partidos que forman parte del mundo independentista catalán. Y pese a las advertencias de algunos nacionalistas críticos con el secesionismo que promueve el núcleo duro del presidente, lo cierto es que el líder de CiU ha dejado sin discurso a ERC, Solidaritat Catalana per la Independència (SI) y Reagrupament, principales representantes de un mundo separatista cada vez más atomizado.

El reciente apoyo de CiU a la moción de SI en la que se invoca la «autodeterminación como un derecho inalienable del pueblo de Cataluña», precedida por la decisión de los nacionalistas de permitir con sus votos que el Parlamento catalán tramite una proposición para proclamar la independencia de forma unilateral, neutraliza la oposición de sus rivales soberanistas. Si a esto se une la decisión del PP de moderar sus críticas hasta las elecciones generales —los guiños entre populares y nacionalistas en materia económica se han intensificado en los últimos días— y la crisis del PSC, es lógico pensar que Mas tiene garantizado un cómodo mandato en los próximos dos años. Mientras, miembros de su gobierno confían en que, socialmente, se consolide la tendencia al independentismo que reflejan las encuestas y hay quien apuesta por celebrar un referendo oficial dentro de ocho años, al estilo Quebec. De hecho, la Generalitat dará apoyo legal a estas iniciativas, a pesar de que el TC suspendió la ley catalana de consultas recurrida por el Gobierno.

Ego secesionista

El reciente plante de Joan Laporta a la coalición que le permitió irrumpir en el Parlamento catalán con cuatro diputados es sólo el penúltimo ejemplo de la incapacidad histórica de reunificación de un secesionismo catalán damnificado por el ego de sus dirigentes y donde la única formación con presencia institucional, ERC, cumple ahora penitencia por haber pecado junto al PSC en un gobierno tripartito demasiado entregado al socialismo español, según su militancia. La formación de Joan Puigcercós se hundió en las elecciones catalanas pero según los sondeos podría desaparecer del mapa en el conjunto de España si se confirma el «sorpasso» de CiU, que por primera vez, superaría al PSC en las generales. Los nacionalistas están convencidos de poder pasar de los 10 escaños que tiene ahora en el Congreso a los 15 que ya tenía en 2000, gracias a la debacle socialista pero también a la crisis de identidad de ERC, a la que ha robado descaradamente el discurso. Eso sí, con la «finezza» que supone hablar de nueva transición catalana, derecho a decidir y, sobre todo, de pacto fiscal, léase independencia financiera, basado en supuestos derechos históricos.

Las formaciones independentistas, como es lógico, no pueden más que secundar esa ambición, aunque intentan dar un paso más allá reclamando un referendo sobre el concierto. Pero también ahí se les ha tomado la delantera, pues desde el ejecutivo catalán se amenaza con impulsar una ley de consultas en las que no se necesite el permiso del Gobierno para sondear a los catalanes sobre ese nuevo sistema de financiación.

El flanco lingüístico también está cubierto por el gobierno de Mas, que ya ha advertido de que no piensa cumplir con las sentencias del Supremo y del Constitucional contrarias a que el catalán sea lengua vehicular de la enseñanza en detrimento del castellano. Asimismo, se podría ampliar la red de «embajadas» que otrora gestionó ERC. Y si quedaba alguna duda sobre esa vocación independentista, Mas ha dicho que le apetece mucho votar en la consulta sobre la independencia del día 10 de abril en Barcelona. Al apoyar la citada moción, los nacionalistas también han dado vía libre a que el Parlamento catalán cede espacios a ese referendo.

Eso ocurrirá poco antes de que la órbita secesionista ponga a prueba su balbuceante alianza en las elecciones municipales, en las que Laporta —a través de su partido Democracia Catalana— podría presentarse junto a ERC y Reagrupament en un lugar destacado de la lista por Barcelona.

A los nacionalistas, que tienen bastantes posibilidades de arrebatar al PSC la alcaldía, no les inquieta demasiado esta coalición que, creen, nace con el germen de su propia destrucción. Cuentan que, antes de debutar en las autonómicas, el ex presidente del Barça se ofreció a CiU para ser cabeza de lista por esta ciudad. Los nacionalistas dijeron simplemente no.

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