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ETA «juega» con el comunicado para avisar que la «ruta» no la traza Otegi

Con la demora del anuncio de «alto el fuego», la banda pretende transmitir que es ella la que marca el pasoLos expertos dicen que no hay pruebas que confirmen que ETA quiere dejar las armas

JAVIER PAGOLA/DOLORES MARTÍNEZ

La decisión de ETA de demorar el anuncio del «alto el fuego» que la «izquierda abertzale» esperaba como muy tarde para el pasado mes de diciembre, es atribuida por los expertos antiterroristas a su intención de dejar bien claro a la Batasuna de Otegi que «antes, ahora y en un futuro» será la banda la que ponga sobre la mesa las condiciones y el calendario, con sus plazos y sus ritmos, ante un hipotético «proceso de paz».

Los cabecillas batasunos estaban convencidos de que ETA iba a difundir el comunicado antes de que finalizara 2010, y así lo habían trasladado a los denominados «mediadores internacionales» y a EA, su socio en la estrategia del «polo soberanista», con especial insistencia desde el pasado mes de octubre. A partir de ese momento, tal posibilidad se extendió como una auténtica onda expansiva hasta alcanzar la categoría de rumor que se ha ido alimentando conforme se acercaba la Navidad. De hecho, también el Ejecutivo de Zapatero contaba con que ETA anunciaría un «alto el fuego» antes de que concluyera 2010 y había adoptado los correspondientes «plan A», «plan B» y «plan C» para responder, según el contenido del comunicado.

Pero es la segunda vez, en cuatro meses, que el envalentonamiento o la locuacidad de los cabecillas de Batasuna irrita a ETA. Cuando el pasado 5 de septiembre, a través de una entrevista a la BBC, dio a conocer su decisión de no llevar a cabo «acciones armadas ofensivas», ni de lejos atendió a las peticiones de la «izquierda abertzale», que le había venido reclamado un «alto el fuego unilateral, permanente y verificable internacionalmente». Por ello, Rufino Etxeberría y otros batasunos se apresuraron a aventurar que en breve la banda tendría una nueva intervención respondiendo, esa vez sí, a las expectativas. Pues bien, pocos días después los pistoleros difundieron una nueva nota para advertir a Batasuna de que nada de prisas, que no buscara el «atajo» de las vías exclusivamente políticas.

Y desde entonces ETA ha callado, pese a las súplicas de la «izquierda abertzale» para que bendijera, con el silencio de las armas, su apuesta por recuperar la legalidad para presentarse a las próximas elecciones. En otras circunstancias, Batasuna, captada la directa de quienes mantienen engrasadas las pistolas, hubiera vuelto a la senda de la sumisión.

Una contrarreloj

Pero en la actual coyuntura, la carrera hacia las urnas es para la «izquierda abertzale» una «contrarreloj» plagada de obstáculos. Afortunadamente para ella, se siente ligeramente envalentonada porque ETA, tan debilitada, no es la de antes, no tiene ahora mucho margen para acallar con la amenaza a Batasuna —bastante tiene con reorganizarse—. Pero sí tiene la llave para que la «izquierda abertzale» pueda acceder a las urnas, porque de su decisión de dejar las armas depende la pretensión de los Otegi y compañía de regresar a las instituciones. Los cabecillas de la banda lo saben y, con la demora de su comunicado, han querido que Otegi, Currin y la Eusko Batasuna de Peio Urizar lo sepan también. Esto es, que recuerden que es ETA la que elabora el calendario para un hipotético nuevo «proceso de paz» y la que impone las condiciones.

En este sentido, a los cabecillas de la banda no les habrá hecho gracia que, con demasiada frecuencia, los dirigentes de Batasuna hayan venido adelantando en los últimos meses, en declaraciones públicas, la inminencia de un «alto el fuego». Tampoco fue de su agrado que el abogado surafricano Brian Currin pusiera fecha —antes del 31 de diciembre—, y así se lo hizo saber recientemente. Las últimas declaraciones de Otegi a un prestigioso medio de comunicación norteamericano, en las que en cierta manera marca la «hoja de ruta» que debería seguir ahora ETA, tampoco habrá agradado a los pistoleros, según analizan los expertos. Ello porque puede transmitirse el mensaje de que, si al final se anuncia un «alto el fuego», será porque la banda, que tradicionalmente ha sido la «vanguardia» del MLNV, se ha visto forzada por Batasuna. Un escenario que los pistoleros no lo quieren contemplar ni en ciencia ficción.

Así las cosas, los expertos consideran que una de las razones de esta demora a la hora de difundir el comunicado que Batasuna espera como agua de mayo ha sido la pretensión de ETA de mantener su papel de «gendarme» de la «izquierda abertzale». El contenido de la declaración, en el caso de que finalmente la difunda, también será clave para determinar hasta qué punto quiere dejar claro su papel de «vanguardia» del MLNV. Por ejemplo, los expertos contemplan la posibilidad de que no haga alusión al carácter «unilateral» del «alto el fuego». Y no porque este concepto le reste capacidad de maniobra, sino por el mero hecho de que se lo ha reclamado Batasuna y no quiere dar la sensación de que escribe comunicados al dictado de Otegi. En cambio, sí recogería la condición de «verificable internacionalmente» como se lo han pedido los «mediadores» en su declaración de Bruselas.

En los debates internos promovidos a lo largo de los últimos meses en la «izquierda abertzale», las bases manejaron una «aportación» en la que un militante, o un sector —el texto iba firmado en clave— proponía que ETA debía expresar la «voluntad o disposición a desmantelar sus estructuras militares» y «desactivar la lucha armada» si el Ejecutivo de Zapatero mostraba su intención de sentarse a negociar. Algo que la banda ya propuso cuando agonizaba el último «proceso de paz» y que entonces fue rechazado por el Gobierno.

Otegi, en el alero

Las fuentes consultadas por ABC desconocen la acogida que tal propuesta pudo tener en el «zuba» de ETA. En cualquier caso, si en el esperado comunicado no incluyera nada de esa aportación sería otra prueba de que la banda ha despreciado las propuestas de Otegi y compañía.

Los medios consultados por ABC manejan también otras hipótesis, que no son incompatibles con la anterior, para explicar la demora de la organización criminal a la hora de difundir el comunicado. En este sentido, no se descarta que las discrepancias detectadas en el «comité ejecutivo» de ETA hayan impedido hasta el momento el consenso necesario para adoptar una decisión de la envergadura de un «alto el fuego». En la banda terrorista, las decisiones son colegiadas, por mucho que antes o después de adoptarlas haya habido tensiones, enfrentamientos e incluso purgas.

Pero de lo que sí están convencidos los expertos es que, a día de hoy, no hay una sola prueba que confirme la intención de ETA de abandonar las armas y autodisolverse. Es más, todos los documentos, declaraciones de detenidos y confidencias corroboran que quiere perpetuarse en el terror, y que cualquier anuncio de «tregua» o «alto el fuego» tiene un carácter meramente táctico, para reorganizarse y dar oxígeno a Batasuna a fin de que pueda presentarse a las elecciones. Como pruebas de cargo está la ponencia «mugarri», que apuesta por la estrategia «político-militar», esto es, hacer compatible la «lucha armada» con las argucias políticas. Pero, sobre todo, está la permanente actividad de la banda.

En Francia, donde continúa con los robos de coches y de otro tipo de material, el adiestramiento de nuevos pistoleros, la experimentación con artefactos explosivos cada vez más sofisticados; y en España, con el seguimiento a posibles víctimas, la captación de nuevos terroristas y la exigencia del «impuesto revolucionario».

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