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El origen: la industria de la alta competición

Análisis

Las últimas operaciones policiales relacionadas con los casos, muy ilustres algunos, de consumo y tráfico de sustancias dopantes en el deporte español producen asombro, indignación (a veces) e incredulidad (casi siempre). ¿Cómo es posible, nos preguntamos, que personas tan admiradas, de prestigio tan reconocido, que ... han regresado a nuestro país después de consumar sus hazañas en tierras extranjeras, hayan sido descubiertas en delitos o faltas que, cuando menos, ponen en entredicho la magnitud de sus logros? Estos deportistas, primero encumbrados y más tarde investigados, acusados y encausados, ¿son inocentes o culpables? Sus marcas y sus gestas, ¿se consiguieron bajo la sombra de la duda o están limpias de sospecha? Las autoridades españolas insisten, probablemente con razón ¿o al menos con la razón política?, que estos pocos casos no enturbian al conjunto del deporte y que se equivocan de estrategia quienes pretendan defenderse apuntando hacia todo y hacia todos. Es decir, hacia los éxitos deportivos más jaleados y celebrados de nuestra historia reciente.

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