Exteriores teme las represalias de Rabat si habla del Sahara
Trinidad Jiménez reconoce en el Senado que hablar sin datos «tiene consecuencias»
La oposición parlamentaria no pudo ayer arrancar en el Senado a la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, ni una sola palabra de condena contra Marruecos por los violentos sucesos en el Sahara Occidental. La ministra lidió como pudo las cuatro preguntas de la sesión de control, realizadas por todos los grupos políticos, excepto Convergencia i Unió, y la interpelación presentada por el PP. Tampoco fue posible consensuar una declaración de condena, presentada por el PP, porque el PSOE se negó.
Una ofensiva parlamentaria que puso de manifiesto la soledad de los socialistas, que no tienen claro como reaccionar al conflicto diplomático con Marruecos. Ninguna formación política le dio tregua, y la ministra se agarró como un clavo ardiendo al guión que traía preparado: hay que esperar hasta tener datos sobre lo que realmente ha sucedido. El motivo de esta prudencia es el temor a la reacción de Marruecos, así lo dejó caer Trinidad Jiménez cuando reconoció que un «pronunciamiento sobre hechos superficiales también puede tener consecuencias». El temor a las represalias de Marruecos parece evidente.
La primera pregunta se la lanzó el senador del Grupo Mixto, Francisco Javier Tuñón, sobre «las medidas que piensa tomar el Gobierno en relación con los ataques violentos del ejército marroquí sobre los campamentos en El Aaiún». Trinidad Jiménez sacó el manual que tenía preparado y aseguró que «ningún Gobierno ha dado datos sobre el número de víctimas» y que sin esta confirmación «un Gobierno serio no debe especula». Tuñón le provocó en su réplica y le recriminó «la debilidad del Gobierno». La ministra uó el término «prudencia» y puso sobre la mesa la primera advertencia: «Un pronunciamiento sobre hechos superficiales también tiene consecuencias».
La segunda pregunta se la planteó la senadora vasca del Grupo de Senadores nacionalistas, Miren Lore Lanizbarrutia, sobre «si el Gobierno, en la actualidad potencia administradora del Sahara Occidental, entiende que ya ha sido descolonizada la que fue la provincia española número 53». Lo primero que hizo la ministra fue desmarcar a España de esa responsabilidad: «España no se considera parte del conflicto» y, después, matiz que «no es potencia administradora del Sahara Occidental y se considera desligada del territorio».
«Le queda grande la chilaba»
En tercer lugar le tocó el turno al senador de la Entesa Catalana Joan Josep Nuet que abordó el punto más sensible de este conflicto, como es la condena a la violencia del ejército de Marruecos «ante la protesta pacífica y civil del pueblo saharaui». Jiménez volvió a la carga y aseguró que «el Gobierno no puede reaccionar ante opiniones» y que «cuando los hechos sean probados, actuaremos en consecuencia».
Finalmente, el diputado del PP, Juan Van-Halen, quería saber la opinión de la ministra sobre los ataques a la prensa española y casi a gritos le dijo «Le queda grande la chupa electoral, la chilaba, el poncho y el... Ministerio». Jiménez quiso dejar claro que el Gobierno «tiene una alta valoración de la prensa española y de su labor informativa».
Por la mañana, la ministra fue blanco de las críticas de izquierda a derecha en el Congreso. Defendió desde la tribuna los Presupuestos de su Ministerio para 2011, y en su discurso no tuvo hueco para hacer una mínima alusión al Sahara, algo que le reprocharon IU-ICV y el PP. El diputado del PP Francisco Ricomá lamentó el «comportamiento bochornoso» y la «incapacidad» del Gobierno para estar «a altura de la responsabilidad» que España tiene con su ex colonia.
También la portavoz popular, Soraya Sáenz de Santamaría, tachó de «incomprensible» la actitud del Gobierno. Desde IU-ICV, sus dos diputados se pasearon por el Congreso con sendos carteles donde se leía «S.O.S. Sahara». Llamazares pidió al Gobierno de Zapatero que exija explicaciones y responsabilidades a Marruecos, y acusó al ministro del Interior de reunirse de «forma clandestina» con su homólogo marroquí, Taieb Cherkaoui. La soledad del Ejecutivo es mayúscula.
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