Las claves para entender la cumbre del G-20
Los líderes mundiales reunidos en Seúl intentarán poner fin a la «guerra de divisas», que en cierto modo ha desviado de la agenda oficial temas de gran importancia para atajar la crisis como la reforma del sistema financiero

Los mandatarios del G-20 han llegado ya a Seúl (Corea del Sur) para celebrar, este jueves y viernes, la quinta cumbre de líderes mundiales desde que estalló la crisis en 2008 y que tiene como objetivo consolidar una salida conjunta de la recesión. Hasta hace un mes, el punto fuerte de todas estas reunionies era afianzar la reforma del sistema financiero a escala global, por los estragos que causó en la economía mundial. Ahora, sin embargo, el tema estrella es la reciente «guerra de divisas», que según las autoridades mundiales pone en peligro esa recuperación económica a escala planetaria.
1. Pero, ¿qué es esa «guerra de divisas»? Como el consumo interno de cada país no consigue repuntar, la otra vía para salir de la crisis son las exportaciones. Para favorecerlas, algunos países, de forma unilateral, han decidido devaluar artificialmente sus monedas. Con una moneda más débil, sus productos se hacen más competitivos en el extranjero, frente a monedas más fuertes. Es lo que se llama devaluación competitiva, política claramente proteccionista.
2. ¿Quiénes y cómo han recurrido a esta estrategia? Hay dos bandos: los países que intervienen su moneda de forma directa y los que lo hacen de forma indirecta. Los primeros establecen un tipo de cambio fijo de su moneda que está por debajo del real . Es la estrategia de China y otros países asiáticos que ven en el gigante asiático un ejemplo a seguir. El Gobierno chino lleva años haciéndolo con su yuan. Los demás países —entre ellos EE.UU.— y los analistas consideran que la moneda china está un 40% por debajo de su valor real y piden al gigante asiático que la deje flotar libremente para que se aprecie. También Japón ha seguido esta política, aunque sin demasiados resultados para su alicaída economía.
En el bando de los que devalúan indirectamente estarían Reino Unido o EE.UU. , que optan por la sutileza de inyectar liquidez en el sistema, lo que al final provoca el mismo efecto: una caída en el precio de su moneda. El banco central norteamericano, la Reserva Federal (Fed), inyectó en 2009 un total de 1,75 billones de dólares en su economía; la semana pasa lo volvió a hacer, anunciando una compra masiva de deuda pública por valor de 600.000 millones de dólares . Solo la Unión Europea , por ahora, parece defender el juego limpio en materia cambiara: El Banco Central Europeo no hará nada que aprecie o deprecie el euro de forma artificial porque considera, como la mayoría de los analistas, que eso provoca distorsiones en la economía.
3. ¿A quién afecta? La «guerra de divisas» afecta al mundo en su conjunto, pues crea mayores desequilibrios entre los países y dificulta una salida global de la crisis. Pero castiga, sobre todo, a quienes no intervengan su moneda, como la UE. El euro ya se ha apreciado sobremanera en los últimos meses y podría seguir al alza, introduciendo el riesgo de deflación, encareciendo la deuda pública de sus países miembro y complicando sus exportaciones.
4. ¿Qué busca la Fed con su última inyección de liquidez? El emisor norteamericano hará una nueva compra de deuda soberana por valor de 600.000 millones de dólares. El Gobierno y la propia Fed justifican esta última maniobra como un impulso a la frágil economía estadounidense. Al poner en circulación más dinero, el dólar se devalúa y se favorece así a las exportaciones, elemento clave para crecer y salir de la crisis. «El mandato de la Reserva Federal y el mío es que nuestra economía crezca, y eso no es solo bueno para Estados Unidos. Eso es bueno para el mundo como un todo», llegó a defender esta semana Obama.
5. ¿Cómo han reaccionado el resto de países? El anuncio de la Fed no ha hecho más que alimentar y tensionar esa «guerra de divisas». Por eso todos los países —también devaluacionistas como China o Japón— han pedido a EE.UU. una rectificación en su política . Así, las posturas de los países en torno a la política cambiara están ahora todavía más distanciadas y dificultan que en Seúl se alcance el acuerdo de coordinación internacional que venían reclamando el FMI, la OCDE y el Banco Mundial más la Eurozona.
6. ¿Es posible un acuerdo global para firmar la paz monetaria? Todo parece indicar que no. «Cada país tiene su posición, y de momento no quieren ceder», relata Kim Yoon-Kyung, uno de los portavoces de esta cumbre del G-20, tras presenciar este miércoles las primeras negociaciones entre los líderes, que describe así: «El debate es tan acalorado que cuando entré en la habitación donde estaban reunidos, tuve que dejar la puerta abierta para que se enfriara el ambiente. Era una sala pequeña y había como 50 o 60 personas, pero todos estaban acalorados, y alguno incluso alzaba la voz». Esa primera reunión duró al menos doce horas. Y no hubo acuerdo preliminar. Así, señala otro funcionario, el comunicado final y conjunto que salga de Seúl señalará únicamente que los países deberían adoptar tipos de cambios flexibles, aunque no se incluirá referencia expresa a China.
7. ¿Qué soluciones se plantean? De un modo muy superficial, las autoridades mundiales han exigido a los países «en guerra» volver a la coordinación internacional en materia cambiaria, lo que supone dejar fluctuar libremente las monedas para que se ajusten a la realidad económica. Más allá de eso, esta semana el Banco Mundial propuso también un nuevo sistema monetario que incluya al dólar, al euro, al yen, a la libra esterlina y al yuan y que retome el patrón oro como referente para la paridad entre divisas .
8. Y si no hay acuerdo, ¿qué medidas podrían adoptar los países? Los analistas temen que ante la ausencia de acuerdo y el aumento de las tensiones los países pasen a las represalias en forma de mayor proteccionismo. Es decir, devaluando todavía más sus monedas. Pero no solo eso: imponiendo además barreras comerciales, como aranceles a productos y capitales extranjeros. Algunos países, sobre todo emergentes, como China o Brasil, ya lo han hecho para las inversiones que proceden de fuera de sus fronteras, con el fin de evitar la creación de burbujas en sus mercados. Los bajos tipos de interés, sobre todo en Estados Unidos, y la débil recuperación económica en Occidente han desviado el capital de los inversores internacionales a países emergentes, disparando sus divisas y los activos de sus mercados.
9. Y la reforma del sistema financiero, ¿se concluirá en Seúl? Aunque fue el principal objetivo y lo que motivó las reuniones del G-20 desde 2008, con el estallido de la «guerra de divisas» parece haber pasado a un segundo plano. La pieza más importante de esta remodelación, los acuerdos de Basilea III, ya exigen a las entidades financieras más cantidad y calidad en sus reservas de capital y liquidez. Sin embargo, quedan por definir algunos de esos ratios exigibles a la banca, y los expertos aseguran que de Seúl saldrá una generalidad de buenas intenciones pero sin detallar cifras. Así lo han confirmado ya algunos funcionarios tras observar los primeros borradores redactados en la capital coreana.
10. ¿Qué otros temas están o estaban en la agenda para Seúl? Otro de los asuntos que el G-20 quiere abordar es cómo frenar los desequilibrios comerciales . Mientras las economías emergentes atesoran fuertes superávits, las avanzadas se enfrentan a elevados déficits. Para buscar un mayor equilibrio EE.UU. ha propuesto limitar a un 4% del PIB tanto los superávits como los déficits. El fondo de su petición es que países fuertemente exportadores como China incrementen su compras en el extranjero. Pero estas —con China a la cabeza, pero también Alemania o Japón, entre otras— se oponen. La UE, por su parte, apuesta por ordenar los tipos de cambio y de paso poner fin a la «guerra de divisas», que también está generando grandes contrastes entre unos países y otros a la hora de salir de la crisis. Además, el G-20 pedirá a los países con mayores problemas de déficit planes más claros, creíbles y ambiciosos de ajuste fiscal . Y posiblemente se tocará también la eterna demanda de los países emergentes: que su voz y voto en los organismos internacionales, y por lo tanto en la gobernanza mundial , sea cada vez mayor, acorde a su peso en la economía mundial.
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