Josef Fritzl: «Sé que mi esposa aún me ama»
El monstruo de Amstetten que encerró y violó durante 24 años a su hija en un sótano asegura que sus hijos no van a verle a la cárcel porque el gobierno se lo prohíbe

El austriaco Josef Fritzl se encuentra preso en la cárcel de mayor seguridad de Austria. Quien quiere ver a Fritzl tiene que cruzar siete puertas, pasar por un detector de metales, como en un aeopuerto, siempre bajo la mirada de agentes armados. Unos 900 prisioneros residen allí, 90 de ellos en la sala de «delincuentes mentalmente perturbados». Uno de ellos es conocido como «el monstruo de Amstetten». Josef Fritzl, de 75 años, encerró a su hija Elizabeth durante 24 años en el sótano de su casa, la violó unas 3.000 veces y tuvo hasta 7 hijos con ella, uno de los cuales murió. Hace dieciocho meses fue condenado a cadena perpetua por asesinato, esclavitud, violación, encarcelamiento, asalto grave e incesto.
Un reportero de Bild ha entrevistado por primera vez a Fritz en una sala de visitas, una jaula de vidrio de ocho metros cuadrados fuertemente vigilada. Viste vaqueros y camisa de franela, sandalias con calcetines y recibe al periodista con una sonrisa y un fuerte apretón de manos. La sonrisa desaparece, sin embargo, cuando éste le pregunta: ¿Se lamenta de sus crímenes? «No quiero hablar de ello», dice, pero no muestra ningún remordimiento. Las manos que construyeron la mazmorra se tensan y el hombre que violó a su hija durante 24 años balbucea algo de «amor».
¿Amor? El periodista le mira atónito. Fritzl habla entonces de su esposa, como si fuera un marido normal, de los 55 años que estuvo casado con ella, pese a que su mujer ha pedido el divorcio. «Le he escrito ocho cartas. No he recibido respuesta. Pero sé que aún me ama». Toma su anillo de bodas y muestra su temor a quien «alguien me la robe» y dice que a menudo piensa en su esposa y sueña con salir con vida de la cárcel y volver con su mujer «porque ella siempre ha mantenido su fe en mí».
Ni su esposa, ni ninguno de sus 13 hijos lo ha visitado en la cárcel, pero Fritzl cree que alguna institución se lo impide, negándose a la realidad de que su familia no quiere saber nada más de él.
El mundo de Fritzl se reduce a una celda de 11,5 metros cuadrados con vistas a los viñedos circundantes. Sus hijos fruto de su incesto no tenían vistas. Fueron encerrados durante años en un calabozo oscuro. Fritzl cuenta con móvil, cama, mesa, tocador, lavabo y televisor con 38 canales. «Mi programa favorito es "Dos hombres y medio" con Charlie Sheen (...) Me relaja, tengo que reír», comenta el monstruo de Amstetten.
Fritzl sale una hora al patio, pero aislado de los demás. «Dos oficiales siempre están conmigo para mi protección», comenta. La administración penitenciaria teme por su vida.
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