Los proetarras se van de fiesta

Brindis y pancartas en honor a los presos de ETA, ikurriñas, boicots a los actos oficiales en días dedicados a las peñas, insultos a las autoridades y enfrentamientos con la policía, amenazas y coacciones a pequeños empresarios para que sufraguen sus actos, agresiones por vestir «La Roja», mensajes proetarras que se revisten de reivindicaciones populistas... Aunque los años calientes de la «kale borroka» en Navarra ya han quedado atrás y «ahora no es tan sencillo encontrar brazos ejecutores de sus directrices más radicales», el entorno de Batasuna ha hecho un llamamiento en los últimos meses a sus bases en la Comunidad foral para que incrementen su presencia en puestos directivos de peñas y comisiones vecinales de fiestas con el objetivo de hostigar a las autoridades y desacreditarlas al tiempo que «ganan simpatizantes».

Así sucede en barrios de la capital navarra como la Milagrosa, Chantrea, Rochapea o San Juan, entre otros; y en municipios de la Cuenca de Pamplona —su «Iruñea Herria»— como Berriozar, Barañáin, Burlada, Villava, etc. Igualmente, en los Sanfermines, según fuentes policiales y del Ministerio del Interior, aumentaron significativamente la confluencia de proetarras y miembros de la izquierda abertzale en la Federación de Peñas de Pamplona. El modelo de la capital navarra «se ha exportado» a las capitales del País Vasco.

A través del colectivo Gora Iruñea —Viva Pamplona—, los batasunos cuentan con «una organización perfectamente estructurada para que todos los colectivos de barrios, pueblos y ciudades bajo su control sigan la misma estrategia». Las mismas fuentes señalan que el cabecilla de este movimiento es uno de los «pesos pesados» de ANV en Navarra: «Piru» Zabalza. La consigna es clara: por un lado, presionar a las personas ajenas a su círculo y que trabajan en las comisiones para que cedan el liderazgo a sus representantes y, por otro, recurrir en público a exigencias como la necesidad de que las fiestas sean «más participativas, populares, plurales, apolíticas y no sexistas» o a compromisos como «conseguir el protagonismo absoluto de las vecinas y vecinos» en las celebraciones.

Vigilancia a los radicales

Estos grupos actúan al borde de la legalidad y en la mayoría de incidentes que provocan casi siempre están las mismas personas. «Tenemos vigilados a varios activistas que no fallan nunca y que han ocasionado bastantes problemas en los últimos meses», subrayan fuentes de las Fuerzas de Seguridad. Algunos ya han sido detenidos, pero poco tiempo después han vuelto a la calle.

Sin embargo, estos colectivos no dudan a la hora de buscar financiación a través de las arcas municipales o insertando anuncios de empresas de la zona en sus programas de fiestas, que incluyen siempre actividades alternativas a las oficiales: «Todos diseñan el mismo tipo de revistas, con mensajes casi idénticos, las imprimen en las mismas empresas, establecen las mismas tarifas de publicidad... Y en ellas siempre sale alguna página de Gora Iruñea». En varios de estos folletos incluso aparecía una relación de quienes no deseaban publicitarse. Hasta que la justicia les frenó. Ahora publican una «lista de colaboradores», de manera que «todo el mundo sabe igualmente quién no quiere pasar por el aro».

«Al principio me negué a pagar porque sabía quiénes estaban detrás. Pero cedí porque algunas personas, a las que por desgracia no puedo relacionar directamente con ciertos grupos, me amenazaron y causaron desperfectos en mi negocio. Llega un momento en el que sólo piensas en tu seguridad, aunque en el fondo te hierva la sangre», relata un afectado a ABC.