La «kale borroka» pone en jaque las fiestas de Bilbao
La consejería de Interior extrema la vigilancia tras el recrudecimiento del terror callejero

El rebrote de «kale borroka» en el País Vasco ha puesto sobre aviso al Gobierno de Patxi López, que asume que las fiestas de Bilbao, que hoy comienzan, serán la prueba de fuego de su campaña de «tolerancia cero» contra los terroristas callejeros. En la madrugada de ayer, los violentos confirmaron su intención de boicotear las fiestas, como siempre, quemando un total de ocho contenedores en la capital vizcaína. Una docena de vehículos se vieron afectados por las llamas, lo que obligó a los Bomberos a intervenir. Se trata del octavo ataque de los alevines de ETA en este mes de agosto, después de largos meses de relativa tranquilidad en las calles.
El ambiente de la Semana Grande bilbaína viene además caldeado por el pulso de la federación de comparsas al Ayuntamiento, del PNV, después de que éste prohibiera participar en las fiestas a dos de las agrupaciones, Kaskagorri y Txori Borrote, por exhibir en 2009 fotos de presos y carteles en apoyo a ETA. En protesta ante lo que consideran una «censura a la libertad de expresión», el resto de comparsas bajará en bloque las persianas de sus «txonas» o casetas el próximo miércoles 25 de agosto. La coordinadora de fiestas, controlada por grupos afines a la «izquierda abertzale», ha buzoneado centenares de cartas como medida de presión para que los hosteleros bilbaínos se sumen a los piquetes «en solidaridad». Los comerciantes, sin embargo, han dejado claro que no secundarán el boicot. «Hace quince años hubiéramos ido detrás de ellos como conejos. Pero ya no hay miedo. Ahora vienen, les sonreímos y les damos la espalda», explica a ABC un veterano comerciante de la parte vieja de la ciudad. Otro hostelero consultado por este diario corrobora el plante. «Pensaban que íbamos a apoyarles todos, pero la realidad es que ni siquiera los comercios batasunos van a cerrar. Es impensable, y menos con esta crisis».
Fuerte dispositivo policial
Alertada por los últimos ataques, la Consejería vasca de Interior ha diseñado un dispositivo especial para la Aste Nagusia bilbaíno, que contará con numerosos agentes de paisano parar evitar nuevos sabotajes de la «kale borroka» y proteger a los hosteleros que sí abrirán. Se centrarán principalmente en el Casco Viejo y el recinto festivo del Arenal, puntos calientes de la villa. A ellos hay que sumar las dotaciones de antidisturbios, habituales durante las fiestas de las tres capitales vascas, y una brigada especial de seguridad ciudadana que vigilará de cerca la cartelería para evitar enaltecimientos del terror.
En el Ejecutivo autonómico temen que, aunque en Vitoria y San Sebastián no se hayan producido incidentes mayores, los aprendices de etarras podrían utilizar la sanción a las dos «txonas» como excusa perfecta para extender la espiral de violencia a Bilbao. «Todo apunta a que los radicales abertzales quieren enturbiar las fiestas que quedan», señaló esta misma semana el consejero de Interior, Rodolfo Ares. Paradójicamente, un grupo de representantes de la «izquierda abertzale» se concentró ayer en Bilbao para pedir a los suyos que no caigan en las «provocaciones de Ares», que solo buscaría «publicidad», según dijeron. Una vez más, eludieron condenar a los violentos.
Otro de los momentos conflictivos de la semana será la convocatoria, el día 27, de la tradicional marcha batasuna de la Aste Nagusia, a imagen y semejanza de la que hace días recorrió las calles de San Sebastián. Una vez más, la «izquierda abertzale» tratará de aprovechar el tirón mediático de la ciudad para denunciar la supuesta conculcación de los derechos del pueblo vasco. El departamento vasco de Interior ha autorizado la marcha tras modificar el recorrido.
Oasis proetarra
La realidad es que las celebraciones patronales vascas han sido durante décadas un oasis de exaltación a ETA. Las pancartas animando a la lucha armada forman parte del paisaje común dentro de los recintos festivos, monopolizados en gran
medida por las comparsas batasunas. Pero la llegada de Patxi López a Ajuria Enea ha dado inicio a una auténtica «cruzada» para desterrar de las calles a los que enaltecen el terror. «No vamos a permitir que haya un solo espacio de impunidad para los violentos, tampoco durante las fiestas», aseveró el lendakari el pasado verano, días antes de que la Ertzaintza retirara en Bilbao decenas de carteles en homenaje a las alimañas, que lucían descaradas en cinco «txonas». La asociación Dignidad y Justicia y el grupo municipal del PP en la villa bilbaína llevaban años denunciando ante la Fiscalía de la Audiencia Nacional lo evidente. Solo entonces el Consistorio presidido por Iñaki Azkuna ha decidido plantar cara a las infractoras y acabar con el escarnio a las víctimas.
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