Suscribete a
ABC Premium

Prisión para tres uigures en China por los ataques con jeringuillas en Xinjiang

Continúa la psicosis por los ataques con jeringuillas en la volátil región china de Xinjiang, donde en cualquier momento puede volver a estallar la difícil convivencia entre la población autóctona, los uigures de religión musulmana que ansían la independencia, y los «han», la etnia mayoritaria que ha colonizado esta zona estratégicamente situada al oeste del país y rica en petróleo y gas natural.

Mientras los asaltos con jeringuillas hipodérmicas se van extendiendo por otras ciudades, como Kashgar, Hotan y Kuqa, el Tribunal Popular Intermedio de Urumqi, la capital provincial, ha dictado las tres primeras condenas por estos ataques. Todas ellas han recaído sobre uigures, como el adolescente Yilipan Yilihamu, de 19 años, quien ha sido sentenciado a 15 años de cárcel por pinchar a una mujer que estaba comprando fruta en un puesto callejero el pasado 26 de agosto.

Según la televisión estatal CCTV, el joven, que no tenía antecedentes penales y estaba a punto de empezar la Universidad, ha sido condenado por “propagar falsas sustancias peligrosas”, aunque los fiscales querían acusarlo de un delito más grave, como es poner en riesgo la seguridad pública. El joven tiene previsto apelar el fallo judicial.

Junto a él, han sido sentenciados en otro proceso Muhutaerjiang Turdiand, un hombre de 34 años, y Aimannisha Guliwere, una mujer de 22, por atracar a un taxista con una jeringuilla y robarle 710 yuanes (70 euros) el 29 de agosto. Sobre el primero ha caído una pena de 10 años, mientras que la mujer tendrá que pasar siete entre rejas.

Con estas condenas tan duras el régimen chino pretende atajar la tensión creciente en Xinjiang, donde a principios de julio fallecieron 197 personas y 1.700 resultaron heridas en los peores disturbios interétnicos de las últimas décadas. La mayoría de las víctimas fueron chinos de la etnia «han», que perecieron salvajamente linchados tras una manifestación de uigures que acabó en una batalla campal por las calles de Urumqi el 5 de julio.

Tras aquel brutal estallido de violencia, el Ejército se vio obligado a tomar la ciudad para evitar un nuevo baño de sangre, ya que decenas de miles de «han» inundaron las calles dos días después y se dirigieron al barrio uigur, situado junto a la mezquita y el Gran Bazar, en busca de venganza.

La tensión volvió a desatarse a principios de este mes, cuando miles de “han” volvieron a manifestarse por la proliferación de ataques con jeringuillas, supuestamente infectadas de sida, por parte de los uigures. Dichas protestas se cobraron cinco muertos y varios heridos y forzaron la dimisión del secretario local del Partido Comunista en Urumqi, Li Zhi, y del jefe de Policía.

Hasta el momento, se han denunciado 500 ataques con jeringuillas hipodérmicas, pero sólo un centenar de personas han mostrado signos evidentes de pinchazos. Según los medios chinos, ninguno de ellos ha sido infectado de sida ni envenenado, pero la psicosis continúa en una región donde la convivencia entre uigures y «han» parece definitivamente rota.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación