Cuando el abolengo se vuelve gamberro

Dicen que, en cierto modo, «hizo gala de su condición de nieto de un marqués». Antonio Cruzat Hurtado de Mendoza, uno de los detenidos en Pozuelo, miraba de arriba a abajo a los policías a los que, presuntamente, agredió, insultó, amenazó y que le arrestaron. El Marquesado de Feria, cuyo título ostenta su abuelo, pertenece a la familia desde 1704.
Pero eso no sirve de nada cuando se tiene un comportamiento como el siguiente. En primer lugar, dio un nombre falso (Mario García Serrano), por lo que se le imputa un delito de usurpación de identidad. Hasta que sus parientes no realizaron repetidas llamadas preguntando por un tal Antonio Cruzat en la comisaría, no se supo que Mario era, en realidad, Antonio.
Antes, supuestamente y según se recoge en diligencias policiales, había lanzado botellas a varios agentes, sin hacer caso a las órdenes de las Fuerzas del Orden. Mientras era reducido, no dejaba de dar puñetazos, pisotones, cabezados y patadas, hasta que un agente acabó en el hospital y le rompió la camiseta a otro. No contento con ello, les insultó y amenazó: «¡Hijos de puta, os voy a matar, no sabéis quién soy!». Pero, probablemente, quien menos lo sabía era él.
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