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ABC Cultural

Perera, de menos a más, terminó en la cima

Es una satisfacción para mí ver cómo se ha levantado Gijón, feria que después de conocerla boyante en los años cincuenta, sesenta y primeros setenta, pasó por una crisis impresionante en la Transición y en las décadas de los ochenta y noventa. De los tendidos casi vacíos hemos pasado a las magníficas entradas. Son ya más de quince ferias hechas para mi querido ABC, incluso en estos últimos años en que «toreo» poco como Espartaco, por propia voluntad, no fallo de la Feria de la villa de Jovellanos en las Asturias de mis orígenes.

Ayer se encerraba Miguel Ángel Perera con seis toros y la plaza casi se llenó. Tarde de menos a más del extremeño, que acabó cortando un rabo al extraordinario sexto, con el hierro de Vegahermosa. Comenzó esta última labor con unos faroles de rodillas. Unas verónicas de gran porte, en la que se vio la influencia cepedista. Un quite variadísimo, que fue como el resumen de muchos lances. Cogió Perera las banderillas y colocó dos pares totalmente logrados. La faena rayó en todo momento a gran altura, siempre a más. Los naturales fueron larguísimos; los redondos adquirieron el grado superlativo. Todo su hacer sin un fallo, sin el menor tropezón en la flámula. Para recordar. Al final llegó ese toreo de cercanías que tan bien se le da y que es lo que menos me gusta de este torero. Pero la gente manda y uno tiene que ser notario de una actuación verdaderamente importante. Los espectadores pidieron el indulto, pero la presidencia, con muy buen tino, no lo otorgó -sólo había tomado una vara-. Se le pidió con fuerza el rabo y al toro se le dio la vuelta al ruedo.

Había recibido al primero de la corrida de Jandilla con verónicas rodilla en tierra, como las que daba Antonio Ordóñez, aunque no se pareciesen mucho. El toro acusó flojera. Apuntó el extremeño, pero sin cristalizar. Justo de fuerzas también el segundo. Anduvo bien en el prólogo, sacándoselo para fuera. Luego, más que correcto, pero frío. La presidencia debió contar los pañuelos y no otorgó un trofeo no pedido mayoritariamente.

Largo recorrido

En el tercero fue para arriba: lo recibió con dos faroles de rodillas de muy buen ver. Las verónicas tuvieron usía. Variedad en las tafalleras.Empezó con pases por los dos lados a la moda encimista. Derechazos de largo recorrido y mandando como si llevase al toro con un hilo invisible. Con la zurda: de verdad y muy limpio. Con la otra mano: derechazos redondísimos. Unos pases de espaldas fueron auténticas dosantinas.

Con el blando cuarto aliñó. El quinto flojeó. Instrumentó unas estupendas gaoneras. Después de derechazos tropezados y algunos unipases, rectificó y hubo largura, majestad y un toreo ojedista. Las dos orejas fueron unánimes. A hombros salió.

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