Suscribete a
ABC Premium

La sabiduría de Aznar

AUN en el supuesto de que la vanidad sea pecado, y no un mecanismo de defensa propio de quienes tratan de disimular su pequeñez y sus complejos, no se le debe acusar a nadie de vanidoso. Por mucho que se empine para parecer más alto, ... ninguno es responsable de su vanidad del mismo modo que nadie lo es de sus almorranas. Las enfermedades, grandes o pequeñas, del cuerpo o del espíritu, se desarrollan en personas que no han hecho nada especial para merecerlas. José María Aznar tiene méritos suficientes para disfrutar del respeto ajeno y, a pesar de ello, se obstina en hacer y decir cosas impropias de una persona de su rango.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia