La UME se queda fuera de la nueva estructura orgánica y de despliegue de los Ejércitos

Si el Tribunal Constitucional ya ha puesto de relieve el choque entre las misiones previstas para la UME y las competencias en protección civil de las Comunidades autónomas, Defensa deja ahora claro que tampoco acaba de ser un cuerpo militar: no cuenta ya para la reestructuración orgánica ni para el despliegue de fuerzas.

Desde su nacimiento, que se le ocurrió a Zapatero al descubrir que en Francia -Estado centralista por antonomasia- había una unidad nacional para emergencias que llevaba el peso de la protección civil, la UME había figurado en la estructura militar vigente como una especie de «cuarto ejército». En el desarrollo vigente hasta este año, fijado en 2006 con José Antonio Alonso de ministro, el «despliegue de la Unidad Militar de Emergencias» era el anexo IV de la organización general. Es el apartado que desaparece en la estructura que acaba de entrar en vigor.

En el organigrama de Defensa ya ocupa una posición peculiar: depende directamente de la ministra sin pasar por el Estado Mayor. Además, es una unidad que se pone en marcha a petición del Ministerio del Interior, que es el que coordina las fuerzas en caso de catástrofe.

Entre los mandos militares destinados y dedicados a las unidades y funciones clásicas de la milicia nunca cayeron bien la equiparación orgánica y los privilegios salariales del nuevo cuerpo. Un comandante de la UME puede ganar hasta un veinte por ciento más que otro del Ejército. Y frente a los recortes presupuestarios aplicados a todos los ejércitos está el agravio del aumento de fondos para la dotación de helicópteros, vehículos de transporte o autobombas de los «de emergencias».

La oposición siempre criticó la «ocurrencia» de Zapatero con la UME y el hecho de que se creara a costa de detraer presupuesto y hombres de unos Ejércitos ya reducidos y que cada vez tienen que atender más misiones en el exterior.

Esos despliegues en el exterior, en operaciones de reconstrucción, imposición de paz, escenarios bélicos como Afganistán o de combate contra la piratería como en Somalia son los que guían la reestructuración orgánica de los Ejércitos. Para simplificar los organigramas y coordinar mejor a las distintas fuerzas se agrupan mandos y se centralizan decisiones en el jefe del Estado Mayor de la Defensa, José Julio Rodríguez.

En el caso de la Armada, el mando de la Flota será el responsable ante el jefe del Estado Mayor de la Armada de «la preparación y generación de la fuerza, así como de la ejecución de las misiones específicas en tiempo de paz que correspondan». Se crea pues un mando único.

En el Ejército del Aire también se concentran unidades y funciones. El Ala 49, ubicada en la base aérea de Son San Juan, agrupará al 801 escuadrón de fuerzas aéreas.

Apoyo logístico

La orden ministerial deja claro el origen de los cambios en el Ejército de Tierra: «En lo relativo a la Fuerza Logística Operativa, la alta exigencia que las operaciones en el exterior demandan de las Unidades logísticas proyectables aconseja su reorganización con el criterio de potenciar su capacidad de proyección y adecuar su dimensionamiento al del resto de la Fuerza de este ejército, reduciendo el número de Agrupaciones de Apoyo Logístico».

Los cambios de organización en Defensa han hecho que la oposición solicite la comparecencia en el Congreso de los jefes de los estados mayores de los tres ejércitos para explicar cómo afectan los cambios a sus funciones y responsabilidades.

El vicepresidente de la Comisión de Defensa, Arsenio Fernández de Mesa, del PP, considera imprescindibles esas comparecencias e insiste en que las fuerzas de la UME -4.000 militares- deben integrarse en las rotaciones de las fuerzas militares que son destinadas al exterior.