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El monasterio de Santa Inés celebró la tradición de San Blas

Rosquitos de pan y cordones de hilo y seda para la garganta pudieron adquirirse en el cenobio en esta tradición

El monasterio de Santa Inés celebró la tradición de San Blas rocío ruz

aurora flórez

El monasterio de Santa Inés celebró ayer una de sus más desconocidas tradiciones: la festividad de San Blas, santo mártir, abogado de las enfermedades de garganta y patrón de los cantores, que se venera en este cenobio de clarisas, que posee una imagen del mismo, de Juan de Mesa, y una reliquia que expone por su día.

Ayer, en su día, algunos fieles se acercaron a santiguarse ante la imagen del santo, y luego, a una pequeña mesa en la que se desplegaba el merchandising del día, para adquirir rosquitos de pan hechos por las monjas y bendecidos, típicos de la festividad en este monasterio; cordones de hilo blanco y seda para las afecciones de gargantas, con la medallita del santo o borlas, que hacen cada año sor Celina y sor Salud, estampas con la imagen del mártir y su novena, y el añadido de libros de Sevilla y sus tradiciones del escritor Álvaro Pastor Torres, cuya venta es a beneficio de las siempre necesitadas religiosas.

No acompañó ayer el tiempo desapacible de las primeras horas de la mañana para que los incombustibles acudieran a cumplir con el Santo a la iglesia, abierta desde las nueve de la mañana. Y tampoco ayudó que no hubiera misa de doce, con la presencia de los sochantres, pertenecientes a distintas capillas musicales de Sevilla, que hasta hace un par de años han acudido a celebrar al monasterio del Santa Inés su patrón, con cuerda, viento y sus voces.

Esta tradición, que intentan mantener las clarisas cada 3 de febrero, se debe, como no podía ser de otra forma, a Doña María Coronel y a la ermita de San Blas que existió en las cercanías de Omnium Sanctorum, donde se retiró y vivió algún tiempo antes de profesar en el convento de Santa Clara del que salió para fundar el de Santa Inés, y donde según Zúñiga, «habían dexado una insigne reliquia del Santo Mártir».

Todo ello lo recoge el escritor y sacerdote Carlos Ros en su libro «Doña María Cororel, el amor imposible de Pedro el Cruel», quien cuenta que la ermita de San Blas -de la que ya no queda más que el recuerdo de una calle con el nombre del mártir en la Macarena- «pasó en herencia al monasterio de Santa Inés, que dio culto al Santo hasta el año 1776, en el que se arruinó el inmueble, siendo trasladada la imagen a la iglesia del monasterio donde actualmente se venera».

El monasterio de Santa Inés celebró la tradición de San Blas

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