Hazte premium Hazte premium

Volando Voy

Jesús Calleja se lanza a la reconstrucción de un impresionante patrimonio: «La vida la damos las personas»

El programa de Cuatro se ha implicado en la reconstrucción del jardín renacentista del Monasterio de Santa María de Rioseco, situado en las Merindades (Burgos)

Jesús Calleja en 'Volando voy' Cuatro

María Robert

Si hace un par de semanas Jesús Calleja se desplazaba al Bierzo con el propósito de rehabilitar una senda llena de Historia , este miércoles 22 de junio el trotamundos volvió a su tierra dispuesto de nuevo a recuperar el rico patrimonio cultural de la región. En esta ocasión 'Volando voy' aterrizó en las Merindades, en Burgos, una histórica comarca de Burgos conocida por sus complejos de cuevas kársticas, de los más grandes del mundo, y por su patrimonio arquitectónico y cultural. Uno de los monumentos más impresionantes de la región es el Monasterio de Santa María de Rioseco.

Originario del siglo XIII, estuvo a punto de desaparecer. Sin embargo, ocurrió algo mágico. Un grupo de voluntarios llevan diez años tratando de restaurarlo. Queriéndose implicar también en el proyecto, el equipo de ‘Volando voy’ se puso manos a la obra en una de las tareas más complicadas, recuperar el jardín renacentista del tempo. Con la dificultad añadida de concluirla en solo una semana.

Previamente, Calleja conoció a los dos artífices de la iniciativa. «Es un patrimonio único y estuvo a punto de desaparecer», indicó Esther López profesora de historia del arte jubilada y es parte imprescindible de la misión.

También tuvo mucho que ver en ello Juanmi Gutiérrez , el sacerdote de varias parroquias de la zona. Nada más ser destinado a la localidad y comprobar la ruinosa situación de la iglesia, emprendió el reto de rehabilitarlo junto con algunos convecinos. «Empezamos a poner los suelos y a enterrar de nuevo los huesos», detalló.

El tesoro arquitectónico permaneció oculto durante años, hasta el punto de que casi desapareció. «Vinimos y no podíamos entrar en el monasterio porque estaba todo cubierto de maleza», agregó Ángel , uno de los voluntarios.

El encuentro con una ‘Nobel de la Educación’

En el municipio de Espinosa de los Monteros, el presentador se emocionó especialmente al encontrarse con otra de las voluntarias. Se trata de Bárbara de Aymerich , educadora, científica y divulgadora ganadora del Global Teacher Award, el ‘Nobel de la Educación’ por su labor durante la pandemia.

Aymerich representa un ejemplo excepcional de que los mejores profesores no tienen por qué trabajar en ciudades grandes y en colegios caros. «Ese premio llega a base de mucho esfuerzo y de trabajo. Me presenté porque me lo dijeron mis amigos. Creo que me nominaron a mí porque me gusta tanto mi trabajo y lo que hago que eso se tiene que notar con los chicos».

Y es que para esta docente, lo principal es conseguir «que los niños amen la ciencia y la vean en todos los lados». Con ese objetivo, se decidió a trasladarla también a Espinosa de los Monteros, por muy pequeña que fuese la localidad. «Traje la ciencia al pueblo porque no sabían que la tenían».

El jardín rehabilitado Cuatro

Y es que para esta docente, lo principal es conseguir «que los niños amen la ciencia y la vean en todos los lados». Con ese objetivo, se decidió a trasladarla también a Espinosa de los Monteros, por muy pequeña que fuese la localidad. «Traje la ciencia al pueblo porque no sabían que la tenían».

En Villalacre, ‘Volando voy’ descubrió la historia de Unai y Guillermo, dos jóvenes músicos, pianista y violinista respectivamente, que renunciaron al bullicio de Madrid para instalarse en un pueblo de 16 habitantes de Las Merindades. «Vinimos aquí porque teníamos esta casa y la hemos terminado de restaurar. Queríamos vivir en un pueblo y en plena naturaleza porque nos gusta mucho el monte». Hasta la pandemia vivían de dar conciertos por la zona, pero la crisis les complicó mucho las cosas. Lo bueno, aseguraron, «es que aquí no tenemos gastos y necesitamos poca cantidad de dinero».

Todas y cada una de las personas que Calleja y su equipo se encontraron por el camino se unieron a jardineros, operarios, vecinos y voluntarios para ayudar a recuperar este símbolo de la comarca. Aunque los últimos momentos resultaron críticos, hasta el punto de que pensaron que no llegarían a terminar este este espacio de más de 600 metros cuadrados casi en ruinas.

Pero arrimando el hombro preparando la tierra, marcando caminos y parterres, instalando sistemas de riego y plantando más de 1.600 especies vegetales, como lavandas, rosales, cipreses, laureles y bojes, entre otras muchas, finalmente lo lograron.

Eufórico, Jesús Calleja inauguró este símbolo solidario de Rioseco que, vaticinó, enriquecerá la zona. «Los lugares hay que llenarlos de vida y la vida la damos las personas».

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación