Suscribete a
ABC Premium

letras expectativas

Hooligans con corbata

Es legítimo que la gente proteste, igual que otros aplauden, pero no hay que confundir el derecho al pataleo con la patente de corso para ofender

joan carles valero

A los independentistas les vienen las prisas y quieren que el 14 de septiembre de 2014 se materialice la ruptura de Cataluña en las urnas. Los retortijones de la revolución permanente que han logrado instalar en la agenda política no pueden durar mucho tiempo, máxime cuando ERC comprueba lo difícil y contradictorio que resulta mantener su apoyo a CiU hasta el final de la legislatura. «Las cosas importantes se hacen y no se dicen», recordaba ayer el dirigente de ICV, Joan Herrera, ante el foro empresarial de la Cámara de Comercio de Barcelona en un nuevo alarde de pluralidad por parte de la institución que preside Miquel Valls. Los ciudadanos, concluyó el ecosocialista, decidirán en función de cómo los políticos hagan las cosas.

Pero la política catalana está entregada a la gesticulación. Una gesticulación maleducada que ha devenido metástasis de hooliganismo. El mundo asistió el viernes a una nueva muestra de la mala educación independentista durante la ceremonia de inauguración de los Mundiales de Natación que se celebran en Barcelona, cuando una parte del público profirió una sonora pitida al himno español. Desairar los símbolos y a los servidores del Estado, incluso en el educado Gran Teatro del Liceo, resulta lo más revolucionario que han hecho en sus vidas.

No necesitamos maleducados. Ni los que silban himnos ni los que insultan por twitter desde cargos en la Marca España. Pero tampoco nos conviene la cómplice comprensión de la mala educación por parte de los hooligans con corbata que habitan en el Parlament y el Govern. Es legítimo que la gente proteste, igual que otros aplauden, pero no hay que confundir el derecho al pataleo con la patente de corso para ofender. Pitar al himno de una nación es otro tipo de escrache al que, de momento, nadie ha puesto todavía el calificativo de nazi.

No creo en el fatalismo cultural que dice que en la piel de toro común todos somos así y por eso estamos condenados a vivir en un escenario de conflicto permanente. La mala educación en Cataluña no es solo la consecuencia de un estado de opinión, como el estornudo un síntoma de la gripe. El hooliganismo es una enfermedad radical, propia del independentismo, cuyos partidarios retroceden no sólo en civismo, sino en virtudes como la tolerancia, el respeto al adversario y la capacidad de diálogo. Lo malo es que la mayoría de los dirigentes catalanes, lejos de descalificar estas prácticas, las alientan, las halagan y hasta las imitan. Porque son «els nostres» hooligans.

Hooligans con corbata

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación