El monasterio «secreto» de Barcelona
El Poble Espanyol abre al público el Monasterio de San Miguel, conjunto arquitectónico de 1929 que recrea elementos de otros recintos emblemáticos del románico catalán

No es un monasterio al uso, sino un conjunto arquitectónico capaz de absorber y recrear elementos de otros espacios emblemáticos del románico catalán como los monasterios de Santa Maria de Porqueres, Sant Benet de Bages, Sant Sebastià de Montmajor y Sant Genís de Taradell. Tampoco su ubicación, en el interior del recinto amurallado del Poble Espanyol, en la falda de la montaña de Montjuïc, es del todo habitual, por lo que no extraña que, después de tres lustros dedicado exclusivamente a bodas y eventos privados, los responsables de tan curioso monumento hayan decidido abrir sus puertas al público por primera vez.
"Este es un paso importante a la hora de abrirse al máximo al turismo y a la ciudadanía y de ofrecer los máximos atractivos a sus visitantes", apuntan desde el Poble Espanyol, que próximamente también abrirá el edificio del Ayuntamiento de Valderrobres, ubicado en la Plaza Mayor.
El conjunto arquitectónico de San Miguel, construido en 1929 en Poble Espanyol como parte de la Exposición Internacional, y reinagurado en 1997 tras derrumbarse parcialmente en 1993, reúne elementos de diferentes monasterios catalanes y queda unido al resto del recinto por un puente románico réplica del que hay cerca de Campdevànol (Ripollès), sobre el río Freser.
La portada es una réplica de la de Santa María de Porqueres (Pla de l'Estany), mientras que la planta de la iglesia, de cruz latina, una sola nave y tres ábsides cubiertos con pinturas, está claramente inspirada en San Sebastián de Montmajor (Caldes de Montbui, Barcelona). El claustro, por su parte, es una copia del monasterio benedictino del siglo X de San Benet de Bages y se caracteriza por arcos que descansan sobre columnas dobles, con capiteles esculpidos con escenas de la Biblia y otros monstruos y plantas entrelazados.
Por último, el campanario está inspirado en el de la iglesia de Sant Genís de Taradell (Osona), con la típica gradación en las ventanas (de un arco en la planta baja, de dos arcos en la segunda y de tres en la tercera) y decoración de tipo lombardo, un estilo que tuvo una gran presencia en el románico catalán.
Los frescos que cubren las paredes de la iglesia fueron realizados por el pintor malagueño Rafael Padilla y se inspiran en obras procedentes de diversos lugares de Cataluña, con los temas recurrentes en el arte de la época: la Virgen María con el niño Jesús en brazos, el Pantocrátor presidiendo el ábside central, rodeado los símbolos de los cuatro evangelistas (el ángel, el águila, el león y el toro), el arcángel San Miguel con el dragón bajo sus pies; escenas de la vida de la Virgen y los Reyes de Oriente siguiendo la estrella, entre otros.
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