Cultura y patrimonio

Probablemente nunca antes en la historia de nuestra imberbe democracia unas elecciones autonómicas hayan tenido tanto peso ni hayan suscitado tanta expectación como las celebradas ayer en Andalucía. Los políticos del resto del país -y los de la tierra no son la excepción- estarán a estas horas de la mañana tomando buena nota de lo ocurrido allende Despeñaperros. Cuando el lector tenga en sus manos esta columna, su información al respecto será mucho más amplia y precisa que la que este humilde columnista maneja mientras enjareta estas líneas. Pero independientemente de ello, lo interesante -al menos para quien subscribe-será saber si el discurso procultura y patrimonio del candidato Juanma Moreno ha calado en los electores.

Juanma Moreno prometió en campaña un plan para hacer de la cultura y el patrimonio uno de los grandes motores económicos de Andalucía en los próximos años. Un plan dotado con nada menos que 75 millones de euros. Eso, visto desde una comunidad en la que la cultura y el patrimonio, con ser nuestras señas de identidad más evidentes, se suelen dejar para el postre o más allá, no deja de ser noticia digna de mención. Si en Castilla y León alguna opción política apostará de verdad -de verdad de la buena y en serio- por la cultura y el patrimonio, podríamos estar hablando de una opción con mucho futuro, sea cual fuere su color político. Es evidente que la dependencia, la sanidad, la educación y la economía son servicios que no se pueden descuidar, pero lo que realmente distinguiría a Castilla y León y la situaría en un plano diferencial sería hacer de su vasta cultura y de su inmenso patrimonio un eje programático. Porque, ¿tanto cuesta darse cuenta de que si Castilla y León destaca por algo es por ser el mayor espacio cultural y patrimonial de Europa?