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Eduardo Gruber estrena función

El CAB de Burgos recibe la propuesta del artista cántabro, uno de los creadores plásticos más relevantes de su generación

Eduardo Gruber estrena función r.ordoñez

KATHARINA-JULIA gRÜNDLER

«Tales momentos dramáticamente concentrados, tales momentos preñados de fatalidad, en los que una decisión destinada a persistir a lo largo de los tiempos se comprime en una única fecha, en una única hora y a menudo en un solo minuto, son raros tanto en la vida del individuo como en el curso de la historia». Palabra de Stefan Zweig sobre sus Momentos Estelares de la Humanidad. Son raros los instantes en los que todas las circunstancias son propicias para las grandes revelaciones y los sucesos importantes. Pero también hace falta sensibilidad para darnos cuenta cuando los astros se alinean y se producen cambios a menudo pequeños pero significativos en nuestras vidas. Erupciones creativas. Inspiración poética. Voluntad de cambio.

De eso nos hablan los seis lienzos de gran formato que componen la exposición «El Buscador de Oro» de Eduardo Gruber (Santander, 1949) que actualmente se puede visitar en el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB).

El artista -que subraya la vital importancia de los bocetos para este trabajo- con los años se ha hecho con un amplísimo archivo de objetos encontrados: textos, imágenes y recortes que convierte en semillas con las que siembra su enigmático universo pictórico y que lo llenan de un abanico de referencias muy personales y a la vez universales. Eduardo Gruber parte de una suerte de retal, sea de texto o de cualquier objeto encontrado, físico o recordado, que sirve de desencadenante para la escenografía, fusionándolo con sus vivencias. Conecta el coleccionismo de objetos «reales» con el «virtual» en lo que él llama «apropiacionismo» de sus propias experiencias, un proceso durante el que va limpiando y diseccionando el material hasta hallar una respuesta creativa, el «oro».

¿Y cuál es el momento de transformación?, ¿la búsqueda o el instante del hallazgo? Eduardo Gruber nos enseña que ambos van siempre de la mano: no hay trascendencia sin conocimiento ni trabajo previo, y que tampoco sirve la investigación si no hay sensibilidad, si no se tienen unas finas antenas para detectar ese instante divino que nos puede hacer cambiar el rumbo. A través de los personajes de los cuadros de la serie «El Buscador de Oro» Gruber nos enseña la importancia de dar valor a cualquier instante y actitud. En las obras Blind, Azar, Macbeth y Gun muestra a sus personajes en una actitud que puede interpretarse como pensativa, expectante o incluso indiferente. Tadeus Haenke, protagonista del cuadro al que da nombre, en cambio, aparece fumando, imagen viva de la satisfacción del artista ante el trabajo terminado. En la obra ¡No me ignoréis! hay más comunicación con el espectador. El faquir-Cristo de Holbein protagonista está levitando en cierto desequilibrio pidiendo la atención del público.

A escala humana

Todas las pinturas están realizadas a escala humana. Los paisajes pintados con estas extrañas perspectivas de varios puntos de fuga convierten los lienzos de Eduardo Gruber en arquitecturas de cuento -de los que cuesta decidirse si son de hadas o de terror-. Los cuadros absorben al espectador y le hacen partícipe de su interior. Además, repletas de referencias, a veces hasta cómicas, de la historia del arte, de la literatura, de la publicidad, la escala humana transgrede los límites de lo físico: nos presenta una curiosa amalgama de chapas de Oscar Wilde, decorados al estilo de Rothko, varios perros, relojes, una pistola de Gucci, citas de Holbein, de Magritte, de Verdi y de muchos más, incluso de sus propios trabajos abstractos de otras épocas (como en Blind).

«Adoro el teatro y soy un pintor. Creo que los dos están hechos para ser un matrimonio con mucho amor», decía Marc Chagall. En el caso de la exposición del CAB no es solo su dimensión lo que convierte estos cuadros en escenarios. No solo el cuadro Macbeth -que representa el interior de un teatro- sino la serie entera se compone de grandes puestas en escena. El momento estelar está inminente en todos los lienzos y las incógnitas que crea el artista en ellos generan diálogos con el público, obras oníricas de complejas tramas, diferentes según quien los mira, y según cuál de las múltiples historias y perspectivas de cada obra decide seguir.

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