economía
Cierra la última mina subterránea del grupo Alonso
La clausura del pozo «Salgueiro» se cobra 35 empleos y deja aún más tocado al sector, que se desangra ante el impago de las ayudas y sin un Plan del Carbón

La empresa Unión Minera del Norte (Uminsa) certificó ayer su decisión de cerrar el pozo «Salgueiro», en el municipio de Torre del Bierzo (León), la última mina subterránea de carbón que aún mantenía el grupo de empresas de Victorino Alonso en la Comunidad. En una reunión con el comité de empresa, directivos de la compañía presentaron la documentación correspondiente, que incluye el despido de sus 35 trabajadores. El impago de las ayudas a la producción comprometidas por el Gobierno y correspondientes al año pasado, aún recortadas; y la ausencia de un marco estable para el sector, dado que no existe un Plan del Carbón ni garantías para vender mineral a las térmicas, sirven de argumento para la clausura.
Una triste noticia con la que arranca el año 2013 el sector minero de Castilla y León, que si hace años era una fuente de riqueza en las cuencas ahora ofrece una imagen muy cercana al encefalograma plano, en virtud de la política de recortes al carbón del Ministerio de Industria.
Tras conocerse ayer la decisión de cierre, el comité intercentros de Uminsa manifestó de inmediato su rotunda oposición a estas medidas, que serán objeto de negociación durante los próximos treinta días. Su presidente, Guillermo Sánchez Sújar, aseguró que son unas propuestas «precipitadas, sin saber el esquema del futuro Plan del Carbón». Al tiempo, el sindicalista anunció reuniones con el consejero de Economía y el director general de Minas de la Junta de Castilla y León, y, para empezar, el próximo martes, con el subdelegado del Gobierno en la provincia de León, con quienes «tenemos la obligación de hablar, porque a ellos también les afecta lo que pase».
Guillermo Sánchez volvió a lamentar que, una vez más, los mineros «siempre estamos en medio y somos los paganos de los enfrentamientos entre empresas y administraciones». De hecho, recordó que la situación para los trabajadores está siendo cada vez más complicada. La gran mayoría de empleados de las minas están sometidos a expedientes de regulación de empleo y, además, «se nos adeudan los salarios de dos meses, en algunas contratas más, y la paga extra de Navidad. Ahora, despidos…», apuntó este minero al que se le quiebra la voz cuando analiza el «pesimismo total» que se vive en las cuencas carboneras, que ahora presentan unas cuestionables posibilidades de reacción y que, a pesar de todo, están dispuestas a afrontar la que podría ser «la última batalla» por los empleos y por las minas.
El efecto dominó del recorte
El cierre del pozo «Salgueiro» de Uminsa da continuidad a un proceso que ya se vivió en el resto de cuencas de León y Palencia. Primero, fue Fabero, después Laciana y la zona de Guardo, y últimamente, el berciano valle del Sil, donde estos meses se ultiman las tareas de recuperación de material, antes del desmantelamiento y abandono del grupo del pozo «Santa Cruz», aquel en el que se encerraron varios mineros durante el último gran conflicto vivido en el sector. Los setenta empleados de esta explotación serán, también, despedidos. Finalmente, la empresa no cumplirá el compromiso asumido inicialmente, y no les trasladará a la mina asturiana de Cerredo.
La extracción de carbón, que en tiempos pasados, y no tan pasados, contribuyó notablemente a la generación de riqueza, se limita ahora a la actividad en la Hullera Vasco Leonesa, en la Montaña Central de la provincia de León; las explotaciones de Manuel Lamelas Viloria en Bierzo Alto y el valle de Laciana; la pequeña mina de Carbones de Arlanza, cerca de Bembibre (León); y los cielos abiertos de Uminsa y Coto Minero Cantábrico (del grupo Victorino Alonso) en Fabero y Laciana, donde la Junta sigue negociando el desbloqueo de permisos ambientales de la Unión Europea.
Los miles de empleos directos que hace un lustro generaba el sector se limitan ahora a poco más de un millar. La repercusión es proporcional entre las compañías auxiliares. Las cuencas mineras se desangran y sufren, como nadie, el fenómeno de la despoblación. Son las claras consecuencias del olvido que padece el carbón, el recurso que enriqueció a muchas generaciones y que ahora languidece, en absoluta soledad.
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