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sociedad

Viaje a la época de mayor esplendor de la nobleza abulense

Una nueva ruta acerca a los turistas a los cuatro palacios más emblemáticos de Ávila

Viaje a la época de mayor esplendor de la nobleza abulense Fotos: m.martín

ical

El Palacio de los Verdugo, el de Polentinos, el de Núñez Vela y el Palacio de los Guzmanes. Son las cuatro paradas principales de una nueva ruta guiada por la ciudad de Ávila que se pondrá en marcha este sábado. En este itinerario los visitantes podrán descubrir la historia de la nobleza abulense en su época de mayor esplendor, el siglo XVI, con toques de humor y anécdotas a cargo de los guías turísticos de la ciudad y con degustaciones teatrales.

La visita partirá cada sábado, hasta el mes de mayo, a las 11 horas del Centro de Recepción de Visitantes donde podrán adquirirse las entradas, así como en la Casa de las Carnicerías. El precio oscila entre los seis y los cuatro euros y para los menores de 12 años será gratuita.

El Palacio de los Verdugo es el punto de partida de esta ruta en la que, en un pase previo, fue el guía Jesús Sánchez. Una pareja de nobles dan la bienvenida al visitante a esta Ávila de los Leales. Una pareja que tendrá pequeñas apariciones a lo largo del recorrido para contar e introducir algunas de las historias vinculadas a estos palacios que retrotraen a una época de máximo esplendor en la ciudad que llegó a alcanzar una población que rondó los 13.000 habitantes.

Cuenta Jesús Sánchez que el esplendor se extendió también a la religión, pues en tal siglo hay que contextualizar a la patrona de la capital, Santa Teresa de Jesús, y al que fuera su confesor, San Juan de la Cruz. Un tiempo en el que los nobles gozaban de grandes privilegios, como el de no pagar impuestos, que intentó eliminar Felipe II y contra el que se rebeló don Diego de Bracamonte, por lo que fue ajusticiado en la plaza del Mercado Chico.

Del Palacio de los Verdugo la ruta continúa hacia el Palacio de Polentinos, hoy Archivo Militar. Pero antes, se realiza una parada ante el Ayuntamiento de Ávila para el que el guía turístico reivindica el nombre de Casa Consistorial ya que pocos la conocen por tal denominación. En la plaza del Mercado Chico, donde se ubica el Ayuntamiento, se aprovecha para recordar los nombres que ha tenido dicha plaza a lo largo de la historia. Fue plaza de la Constitución con la II República, plaza de la Victoria después de la Guerra Civil y finalmente, Mercado Chico, en referencia la mercado semanal de los viernes que aún se celebra aunque ya no es franco (libre de impuestos). “Algo que se le ha olvidado al Ayuntamiento”, bromeó Jesús Sánchez.

Del Chico, a través de la calle Vallespín se llega hasta el Palacio de Polentinos, con un maravilloso patio renacentista. Este palacio fue fundado por la familia Contreras, que después se emparentó con los Polentinos, de los que recibió su nombre. Este edificio albergó la Capitanía General de Castilla en el siglo XIX y fue sede de la Academia de Intendencia hasta los años 90. En él, la pareja de nobles vuelve a aparecer para recordar que el Ávila de los Caballeros debe su nombre a esos villanos caballeros que lucharon contra los musulmanes por la libertad de Castilla y de los que descendemos.

La tercera parada de esta visita acerca al caminante hasta la plaza del Corral de las Campanas donde se ubica el Palacio de los Guzmanes, hoy sede de la Diputación Provincial. Esta plaza está presidida por una escultura de San Juan de la Cruz en cuyo pie puede leerse un fragmento de su cántico espiritual. Jesús Sánchez repasó aquí también algunos de los nombres de esta plaza para apostar por los Cepeda, en recuerdo a Teresa de Cepeda y Ahumada cuyo lugar de nacimiento se encuentra calle abajo y sobre el que se levanta la iglesia de La Santa.

La última parte de la historia se reserva para el palacio de Núñez Vela, que acoge hoy la Audiencia Provincial, y que servirá de escenario para hablar de otro miembro destacado de la nobleza abulense, doña Guiomar de Ulloa, que perdió su honra entregándose a un morisco; sin ella conocer el origen del apuesto galán que la sedujo. La joven, que quedó encinta, y su padre, don Íñigo, que la repudió por tal hecho, son encarnados por otros dos actores con cuya representación anuncia el final de la ruta.

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