Baifos por Canarias: el «dotor»

En estos días azules de verano concluye julio con un sentimiento de hartazgo generalizado sólo comparable con esos minutos posteriores a la ingesta de un buen plato de garbanzas y escaldón a 30 grados centígrados a la sombra. Con el calor habitual por estas fechas se hace muy pesado escribir y leer sobre las últimas alcaldadas maquinadas desde la factoría de ficción ultraperiférica, otrora llamada Gobierno de Canarias. El eructo sobreviene casi de inmediato al oír los auspicios casi bolivarianos de su (nuestro) líder decretando que la economía canaria mejorará en 2014. Como podría haber dicho 2017, 2022 o el año 3000. Ya puestos a apostar, cualquier número entra en el bombo .

Negándonos a dedicarle más líneas a la retórica institucional, esta guagua, en rigurosa programación veraniega, inaugura un capítulo de lo que podría ser una serie titulada Baifos por Canarias . En este caso nos acercamos a la Sanidad. Ese ente recortado en cuerpo y alma hasta límites insospechados y que comienza a ser alimentada por sangre joven amamantada en la ESO. Que todos los médicos del Sistema Canario de Salud sean como el elemento narrativo siguiente no es cierto. Nuestro sistema tiene una serie de profesionales reconocidos internacionalmente que nos llenan de orgullo (y satisfacción), aunque como en todos sitios haya cafres.

Una buena amiga de esta guagua (de esas con bono semanal en el sobaco), y que quiere permanecer en el anonimato, nos relató su última experiencia en su centro de salud, que roza lo paranormal. Carmen fue un buen día a recoger los resultados de una analítica encargada por su médico de cabecera. Hasta ahí todo normal. Al comenzar a leerle los resultados hizo una interpretación que una persona con sentido del humor podría sobrellevar con cierta soltura, pero por la que un aprensivo podría pedir cita inmediatamente a su médico forense de confianza.

El doctor comenzó viendo el colesterol (el bueno y el malo); ambos estaban bien, pero que si subía cualquiera de los dos podría ser malo para su organismo. Hasta ahí correcto; luego le llegó el turno a la tensión arterial, que también estaba perfectamente, pero que no se confiara porque por las mañanas suele dar unos valores correctos y por la tarde podría subir, provocando en ciertas personas un ictus mientras duerme. La cosa comienza a asustar cuando ve el resultado de los riñones, que también presentando unos parámetros normales, le dice que el pequeño dolor que siente en la espalda podría estar relacionado con un «pedrusco» (término científico donde los «ahiga») en los riñones, y que lo mejor era pedir hora para una ecografía. Al ver un parámetro de nombre indefinido le dice que tiene suerte que sólo está a 100. Si estuviera a 300 podría delatar un cáncer. Al preguntar la paciente si 100 era peligroso, respondió que no. Pero que sería peligroso que mostrara 300. Al borde del infarto para un baifo normal y corriente, nuestro «dotor» continúa con su interpretación de la analítica. Respecto a su tabaquismo y las posibles consecuencias voy a solicitarle una espirometría y una serie de aerosoles. A lo que la paciente pregunta si no es mejor recetarle un programa de desintoxicación. La respuesta del médico fue contundente: ya lo estudiaremos , pero hay que empezar con aerosoles y pedir la espirometría.

Ya en pleno subidón no pudo más que rematar la faena con unas indicaciones a unas curas para una congestión nasal que pasarán a los anales de la medicina moderna : «betadine», suero y gasas, pero no las compre en la farmacia, en Mercadona salen más baratas. Sin palabras. Con todo esto pueden elaborar el siguiente plan de choque autonómico en Sanidad: matar de un susto al supuesto enfermo . Canarias más baifa que nunca.

Buenos días, y por si no volvemos a vernos: buenos días, buenas tardes y buenas noches.