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Munar, la «Princesa» a la que la Justicia obligó a abdicar

El ingreso en prisión de la exlíder de UM cierra un ciclo de la política balear

Munar, la «Princesa» a la que la Justicia obligó a abdicar efe

JOSEP MARIA AGUILÓ

Con apenas 23 años de edad, Maria Antònia Munar (Barcelona, 1955) fue elegida alcaldesa del municipio mallorquín de Costitx, por UCD, en los comicios municipales de 1979. En aquel momento fue l a primera edil más joven de España . Esa elección supuso el inicio de una carrera política que entonces parecía imparable, y que sólo la Justicia y los tribunales han acabado frenando finalmente.

Munar sería también consejera de Cultura con el PP en el Ejecutivo autonómico, presidenta de Unión Mallorquina (UM) entre 1992 y 2007, y durante tres legislaturas consecutivas, entre 1995 y 2007, presidiría el Consejo de Mallorca , en las dos primeras ocasiones con el apoyo del PSOE y de otros partidos de izquierda o nacionalistas, y en la tercera ocasión con el apoyo del PP.

Tras las elecciones autonómicas y municipales de 2007, Munar decidió pactar de nuevo con la izquierda, a cambio de ser elegida presidenta del Parlamento regional. Sin embargo, en febrero de 2010 presentó su dimisión de ese cargo y anunció su abandono de la política después de que su antiguo delfín, Miquel Nadal, la acusase de financiación ilegal del partido nacionalista. En esos momentos ya estaban en curso varias investigaciones judiciales contra ambos. El propio Nadal deberá ingresar esta misma semana también en prisión por otra causa judicial.

Las condiciones que Munar puso siempre para pactar, tanto con el popular Jaume Matas como con el socialista Francesc Antich, fueron aceptadas legislatura tras legislatura por todos los partidos de Baleares, ya que los escaños de UM resultaban siempre decisivos, como «partido bisagra» , para configurar mayorías de uno u otro color político. Llegó a ser tanto el poder de Munar, que su apodo más conocido era el de «La Princesa».

A lo largo de todos aquellos años, la formación nacionalista puso en marcha una impresionante red clientelar, a base de ayudas y subvenciones que parecían no tener fin, para poder contar siempre con un apoyo electoral mínimo estable y con el aplauso casi continuo de buena parte de los medios de comunicación isleños.

Con el ingreso en prisión de Munar y de Nadal parece que e mpieza a cerrarse el círculo vicioso de una manera de entender la política basada sólo en falsos mitos nacionalistas y en el clientelismo.

Munar, la «Princesa» a la que la Justicia obligó a abdicar

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