Un año encarcelado en Irán: «Haced todo lo posible por mí»
El español Santiago Sánchez, que realizaba un viaje solidario, está preso en Evin. En sus últimos mensajes, dicen sus amigos, le notan desesperado: «Sólo pedimos la libertad de un inocente»
El aventurero español que lleva un año detenido en Irán: «Es un rehén, un preso político»

Si no se hubiera parado en la frontera de Polonia para ayudar a los ucranianos que huían de la guerra, ni siquiera hubiera estado en Irán cuando estallaron las revueltas por la muerte de Mahsa Amini. Es el mantra que repiten una y otra vez ... los amigos de Santiago Sánchez. El joven español partió en enero del año pasado desde Madrid en un viaje solidario a pie de más de 6.000 kilómetros que tenía como destino Qatar, sede del último Mundial. Pero nunca llegó a su meta. Tras pasar por una decena de países, el 2 de octubre cruzó la frontera iraní, avisó a sus familiares de que «la cosa estaba caliente» y perdieron el contacto con él. Semanas más tarde les comunicaron que había sido detenido en Saquez –después de que le condujeran a visitar la tumba de Mahsa Amini, la joven de 22 años que murió tras ser arrestada por llevar mal colocado el velo– y encarcelado: primero en Tabriz, en la provincia de Azerbaiyán oriental, y después en Evin, en Teherán, una cárcel para prisioneros políticos de donde aún no ha salido.
Y lo peor de todo, cuentan sus amigos, es que ven a Pambu, apodo heredado de la época en la que practicaba boxeo, desesperado, al límite. «Voy a dejar de comer porque estoy triste. Llevo un año escuchando unas indicaciones, todo está bien, vas a salir pronto, eres inocente. ¡Hay un español inocente en una prisión!«, lamenta Santiago en un audio grabado desde su encierro. »Quiero que la gente escuche, que la gente sepa en la situación en la que estoy, y no quiero dar pena, ni mucho menos«.
Ese aventurero alcalaíno de 41 años, coinciden sus colegas, es una persona «con recursos», que viajaba entregando material y alimentos a quien se encontraba por el camino y recogiendo basura y plantando árboles a su paso. En definitiva, un tío fuerte y generoso. Por eso, pese a sufrir este revés en Irán, estaba esperanzado, creía que la solución no tardaría en llegar. Pero ver los meses pasar entre rejas, «como un rehén, sin cargos«, reclama su amigo José Félix, desesperan a cualquiera. «Ha perdido 14 kilos de peso. Tiene un dolor de muelas muy grande y no dejan que lo vea un dentista. Está preocupado también porque le gustaría hacerse pruebas de la próstata».
Por eso, y para que nadie olvide que su amigo sigue encerrado a 6.000 kilómetros de casa, sus allegados han convocado una concentración silenciosa para el próximo 1 de octubre frente al Ministerio de Asuntos Exteriores. «Yo noto sus momentos débiles. Supongo que en la cárcel se vive como fuera, momentos de bajón y de subidón, pero ahora en octubre sus momentos de bajón ya no llevan subidón. Hay días que te dice: 'Estoy triste, haced todo lo posible por mí, sin tapujos, porque llevo ya doce meses encerrado'», reclama su 'hermano' Fran, a quien Santiago cuidó desde pequeño. Ahora le toca a él devolverle el gesto. «El embajador es un buen tío, que creo que se está moviendo de verdad, pero hay que recurrir más arriba, al presidente, un ministro potente... O algún futbolista», plantea. «Sólo pedimos la libertad de un inocente«,
El 1 de octubre sus allegados harán una concentración silenciosa frente a Exteriores: «Sólo pedimos la libertad de un inocente»
Fuentes del Ministerio de Exteriores explican a ABC que, por el momento, no tienen novedades sobre la situación de Santiago. «Por supuesto que le damos asistencia consular y vamos trasladando a su familia cualquier información», apuntan. «Seguimos con mucha atención el caso y en todas las conversaciones que mantenemos con las autoridades iraníes exigimos su inmediata liberación y que esta se produzca lo antes posible«.
Mientras, los allegados de Santiago viven pendientes del Skype. Es el sistema que usan para comunicarse con él. El aventurero llama desde un teléfono fijo prácticamente a diario, aunque nunca saben a quién va a llamar ni cuándo. Ahora, explican sus colegas, que hablan con Santiago casi tan a menudo como su familia, comparte celda con otros presos. «Llamar no es un privilegio de él, sino de todos los presos que lo paguen, es su desahogo», explica Fran. «Yo hablo con él de todo menos de su detención. Él me llama y en vez de descolgar el teléfono y decir simplemente 'dígame' le grito: '¡Santiagooooo'! y se ríe. Muchas veces no sabes de qué hablar con él, tienes que medirlo, porque no sabes si está bien o mal. Te puede decir que está bien y lo mismo se ha pegado una llorera de toda la noche».
Deportes y carpintería
El resto del tiempo lo pasa practicando deportes, enseñando español a los presos y en el taller de carpintería. «Duerme poco y cuando se levanta llama a los presos para jugar al voleibol, van al taller de madera y luego comen. Le mandamos dinero para el economato de allí cada vez que lo pide», añade Fran, que muestra orgulloso algunas imágenes de pequeñas piezas de madera y collares elaborados con huesos de aceituna que le mostraron algunos expresidiarios que se encariñaron con el español. «Luego juega un partido de fútbol y escribe. Esa es su rutina todos los días».
Los martes, continúa el relato, es día de visitas, Santiago tiene que conformarse con ver la ilusión reflejada en la cara de sus compañeros. «La única visita que recibe es del personal de la embajada y no sabe cuándo. La situación difícil es la suya, que se acuesta y se levanta todos los días allí«, reconoce Fran, que admite que una de las mayores inquietudes de su amigo es saber si en su tierra su gente »le sigue esperando«. »Yo le digo que el que te quiere te espera, porque es verdad eso de que no valoras lo que tienes hasta que lo pierdes«, apunta su 'hermano' con pesar, cariacontecido por no poder coger un avión y plantarse en Evin un día de visitas. »Le mandamos muchos mensajes de ánimo. Yo siempre le digo para animarle que tiene que aguantar por él y por todos nosotros, aunque sé que eso es un momento, que luego vuelve a la realidad«, asume José Félix, otro de los miembros de esa familia elegida de Santiago que ha decidido alzar la voz por él. Sus padres, en cambio, prefieren guardar silencio.
A ellos, relata José Félix, también les duele recordar los momentos más amargos, como el periodo de aislamiento al llegar a Evin, cuando Santiago estuvo «solo, en una celda de 2x2 metros, sin ninguna ventana, iluminado únicamente por la luz artificial de una bombilla que nunca se apagaba, teniendo que pedir permiso para salir al baño; llegando a veces incluso a tener que hacerse sus necesidades encima«.
La mayor prisión
La cárcel de Evin, situada en Teherán, apuntan desde Amnistía Internacional, es uno de los centros penitenciarios más grandes de Irán, donde están la mayoría de presos por motivos políticos, periodistas, defensores de derechos humanos y ciudadanos extranjeros. Desde la ONG sólo conocen el caso de Santiago a través de los medios. «La familia no se ha puesto en contacto con nosotros, pero sabemos que tienen contacto periódico con las autoridades españolas y están trabajando conjuntamente para conseguir que cuanto antes esté de vuelta en España«, reconocen desde la ONG. Como sucedió con Ana Baneira, una joven gallega de 25 años que pasó casi cinco meses encarcelada en Irán. Ella también fue detenida en octubre de 2022, cuando las revueltas por la muerte de Mahsa Amini sacudían el país. Estaba en el lugar equivocado en el momento más inoportuno.
Resistir hasta que llegue la liberación es, al final, una carrera de fondo. «El otro día Santiago me decía: ' Tengo fuerzas, porque me da mucha fuerza hablar con mis amigos y mi familia, pero de un plumazo me la quitan con falsas esperanzas. Es como si estás cubriendo una maratón y te ponen una meta y la ves y cuando llegas te la cambian 5 o 10 kilómetros más adelante y continúas y te la cambian otra vez, ¿cómo crees que me siento?'«, parafrasea su amigo Fran.
Mientras, Santiago sigue con sus reflexiones y sus diarios grabados: «Entro en el baño y me asusto cuando veo el reflejo de un zombi en el espejo. No me lo puedo creer, soy yo, me acerco sin parpadear hasta que mi nariz toca el espejo. Es en ese momento cuando decido sonreírme, creo que me lo merezco, no puedo permitir que mis demonios ganen esta batalla, ni por mí ni por mi gente«. La pregunta que no se pueden sacar de la cabeza en Madrid es hasta cuándo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete