CHOCAR CONTRA EL PLAN
EN materia de rectificaciones y aplazamientos de promesas de imposible cumplimiento, el Ministerio de Vivienda se lleva la palma. Su titular, María Antonia Trujillo, ha contribuido a ello con especial ahínco, hasta el punto de convertirse en el centro de los reproches del vicepresidente económico, Pedro Solbes. Objetivamente, el Ministerio de Vivienda carece de una estructura sólida; no es más que el fruto nada maduro de una promesa electoral que se convirtió de pronto en realidad porque el PSOE no podía abdicar de su programa en una materia tan sensible. En términos de dimensión real, el departamento que tutela Trujillo es una entelequia. En esencia, no es otra cosa que una antigua dirección general con rango de Ministerio, pero sin capacidad alguna para afrontar por sí mismo un problema, el de la vivienda, que está ligado al suelo, y que cuenta con una ley que otorga a las Autonomías unas competencias tan amplias que estrechan notablemente el margen de maniobra del Estado. Pese a ello, la ministra Trujillo se empeñó en sacar adelante un plan de choque que, en su planteamiento inicial, no era más que un eufemismo, un ejercicio de puro voluntarismo. Trujillo ha tenido que dar marcha atrás y aceptar lo que era una evidencia: que sin el visto bueno de las Autonomías, su proyecto estaba condenado a chocar bruscamente con la realidad, como así ha sido. Ya lo dijo Cristina Narbona cuando el PSOE estaba en la oposición: «Las competencias del Estado en materia de suelo deben reducirse a enumerar los principios básicos». Que Trujillo tome nota.
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