Adiós a Zorita: un desmontaje atómico

Lo que se hizo en 3 años se deshará en 6. Son las cosas de la seguridad radiactiva, y un dato que refleja la complejidad del desmantelamiento de la nuclear José Cabrera, un proceso que arrancó exactamente ayer.
La primera planta atómica que se levantó en España también será la primera en ser desmontada de modo integral. «Desmantelamiento total», lo llaman en la Empresa Nacional de Residuos (Enresa). El objetivo es que el solar que ocupa la planta vuelva al estado en el que tenía antes de la construcción. Pieza a pieza, cual puzzle que vuelve a su caja, Atrás quedarán los 36.515 millones de kilowatios producidos durante 258.075 horas de vida de una planta que quedó desconectada de la red el 30 de abril de 2006. La decisión de su cierre se tomó 4 años antes.
Fenosa y Enresa firmaron ayer el cambio de titularidad de la central, que queda ahora en manos de la empresa estatal, de modo temporal, mientras duran estos trabajos. Volverá a la compañía eléctrica en 2016. Si no cambian sus planes, Fenosa dedicará el lugar a una nueva central, «de ciclo combinado».
Corazón nuclear
El director de Operaciones de Enresa, Alejandro Rodríguez, y el director de este desmantelamiento, Manuel Rodríguez Silva, comparecían ayer en la central para explicar cómo se ejecutará un desmontaje que calificaron de «singular». Una singularidad que tiene su principal factor en que es la primera vez que Enresa desarmará el corazón de una nuclear que ha estado operativa: su reactor. Cabe recordar que anteriormente Enresa ya desmontó Vandellós I. Pero entonces el reactor no se tocó. Debido a su mayor tamaño y complejidad, la compañía prefirió dejarlo confinado, durante 30 años, esperando la bajada de sus niveles de radiactividad. Ahora no será así, y por tanto el desmantelamiento supondrá trocear elementos tan sensibles y contaminantes como la vasija del reactor, el reactor, los generadores de vapor o las bombas.
En total, el desmontaje generará 104.000 toneladas de residuos, que serán tratados y clasificados de modo diferenciado. Cabe reseñar que sólo 4.000 toneladas serán elementos radiactivos, la inmensa mayoría de media y baja intensidad (con destino al almacenamiento de El Cabril, en Córdoba). Además, saldrán de la planta unas 30 toneladas de residuos de alta radiactividad. Estos se empaquetarán en cuatro contenedores especiales que, en un primer momento se depositarán en el Almacén Temporal Individualizado (ATI) que tiene la planta. Su destino final será el famoso ATC para el que el Gobierno busca emplazamiento. Allí irá a parar también el uranio gastado. Además, se generarán 95.300 toneladas de escombros y hormigón y 4.700 toneladas de chatarra. El director del desmantelamiento fue ayer muy cuidadoso. Rodríguez aseguró que el hecho de que se inicie este desmontaje en Almonacid, municipio muy cercano a Yebra, no supone ninguna «ventaja» para la candidatura alcarreña al ATC.
Los trabajos crearán empleo. A día de hoy, más del 90% del personal que ya estaba en la planta continúa trabajando para el desmantelamiento. Hay hoy 140 personas en estas labores, aunque la media de empleos generados será de 200, con picos de hasta 250.
El presupuesto de las obras es de 135 millones de euros. Dinero público, del Estado, que hizo a los responsables de Enresa contestar ayer a una pregunta con mordiente: «¿Por qué una central privada se explotó con beneficios privados, y se desmantela con gasto público?». La respuesta fue que los propietarios de las plantas nucleares españolas «ya pagan durante su periodo de funcionamiento unas tasas a Enresa», y que estas financian de algún modo estos trabajos.
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