El último movimiento
EL Foro de Ermua, el grupo que lideró ayer la concentración por la unidad de España, es el único movimiento cívico que queda vivo de la gran movilización social iniciada en Ermua. Por mucho que pretendamos correr un tupido velo sobre esa triste desintegración, aquella gran esperanza del activismo por la libertad languideció sin remedio tras la llegada de Zapatero al poder. Y no porque ETA hubiera dejado de matar, sino porque Zapatero cambió las posiciones del PSOE y la izquierda de esos movimientos prefirió el silencio a la confrontación con el partido. Y, quizá por un segundo motivo, porque nunca se sintió del todo cómoda en la defensa abierta del españolismo frente al nacionalismo. Una cosa era el antiterrorismo y otra más difícil, curiosa paradoja, la defensa de España.
Sólo ha pervivido el Foro de Ermua. Y me pregunto si, además de ser el último movimiento del País Vasco, puede ser el primero de la movilización por la nación española en el resto del país. Porque, en realidad, aquel problema que creíamos específico del País Vasco, la asfixia de la libertad para la defensa de la españolidad, es ahora el reto de toda España. Falta por ver si hay un tejido social que se atreva a proclamar aquello que ni los más aguerridos movimientos sociales vascos osaron nunca asumir abiertamente.
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