Un tenso adiós
Ayer terminó con tensión un curso en el que se ha hecho gala de la dificultad para explicar la discrepancia. Pero ojo a julio: viene con cafés y manteles para Rubalcaba y Rajoy
Cuando Eduardo Zaplana reconocía la labor de sus compañeros Acebes y Astarloa, a más de un diputado del PP se le pusieron los pelos de punta. «Estos cariños se agradecen», aseguraba un diputado andaluz. «Ha sido un "annus horribilis"», insistía Federico Trillo, mientras que el socialista Pérez Rubalcaba, menos presente de lo que cabía esperar, se sentía liberado sin la Comisión del 11-M paseando por los ánimos de los grupos parlamentarios. «Ha sido el cáncer de tanto desencuentro», dice el portavoz, que ya tiene en su agenda una larga conversación con Zaplana para este julio.
Tras una sesión dura y subida de tono, Rajoy abandonó el Congreso con la maleta llena de asuntos, muchas reflexiones ya esbozadas y un calendario para la vuelta del verano. Aseguran que él fue el primero en asumir, nada más perder las elecciones, que «lo que tenemos por delante es un año muy duro». Pero el curso político se ha acabado «y si hace un año nadie daba un duro por nosotros, hoy podemos decir que seguimos siendo un partido fuerte», afirma Ignacio Astarloa. Javier Arenas asevera que «Rajoy está en condiciones de ganar las elecciones». «No están tan contentos como parece», intuye Ana Pastor.
Bono acaba el año enfadadísimo con un Trillo dispuesto a seguir largando y a demostrar con papeles «mi honorabilidad. Ya no puede ser; me harté y tengo que decir que conté con todo el apoyo de Mariano. Quiero que me desmienta algo de lo que dije en la Comisión. Ya vale de tanta mentira». Gómez Arruche quiere hablar con Trillo porque dice que él no tenía la responsabilidad que el ex ministro le atribuyó.
-¿No estáis cansados?
-No, dice Pastor. De cansados nada. Ha habido mucho anuncio pero poco contenido. Pregunta a la gente de la calle en qué ha mejorado su vida. Nosotros hemos hecho un buen trabajo y lo vamos a seguir haciendo.
«Claro que estamos contentos», dicen en Moncloa. Y ayer el presidente vivió el momento de gloria que quería, aún a costa de haber desperdiciado la oportunidad de lograr un magnífico consenso en torno al reconocimiento de derechos y su consiguiente amparo legal de lesbianas y homosexuales. Tras la retirada de Irak, de ser los primeros en decir sí a Europa, la jornada fue para Zapatero un motivo más para pasar a la historia. El presidente se fue contento mientras que algunos socialistas de la vieja guardia se asombran, con discreción, de tanto optimismo gubernamental. Dicen que «a Felipe no le hace ni caso».
Se cierra el Congreso y el mes de junio. Pero, ¡ojo¡ a julio, que viene lleno de cafés y manteles. Café, manteles y más de un puro para Rajoy, que será quien marque los tiempos en Galicia, donde va a mantener conversaciones a muchas bandas, empezando por la de Fraga.
En el PSOE, el que más va a conversar es Rubalcaba y también a muchas bandas, porque lo del PSOE es pura policromía: López, Imaz, Puigcercós... En fin, una agenda apretadísima para ir pergeñando un otoño en el que Caldera ha prometido nada menos que la Ley de Dependencia, que a Solbes le pone los pelos de punta -«no hay dinero para todo»-; Maragall quiere venir con el «estatut» debajo del brazo; Pérez Touriño, que no es Maragall, tendrá que decir más de una vez a Anxo Quintana que tranquilo, que tienes trece escaños y Galicia no es Cataluña. Tampoco faltará Ibarretxe pidiendo «menos ruido», porque las mesas ya están encargadas.
De la sesión de ayer por la tarde dos sugerencias a tener en cuenta. La primera, la del portavoz de ERC: «Hay que ser críticos con la información del poder». Se refería al PP, pero se supone que vale para cualquiera. La segunda, la lanzada por el más sensato de los portavoces, el catalán Jordi Jané: el riesgo terrorista existe y mejor que, si ataca, nos encuentre unidos.
Ha sido el año de la «aporía», como dijo Emilio Olabarría, que a toro pasado se vistió de vidente cuando afirmó que «se sabía que iba a ocurrir» nada menos que el atentado del 11-M. Y se quedó tan ancho. Aporía pura y dura, en el año en que se ha hecho gala de la dificultad para explicar la discrepancia.
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