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Despega como puedas

Vuelo de Iberia 3411. trayecto: París-Madrid. 20,30 horas del miércoles 30 de enero. A bordo va, entre otros ciento cincuenta pasajeros, el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Mariano

Vuelo de Iberia 3411. trayecto: París-Madrid. 20,30 horas del miércoles 30 de enero. A bordo va, entre otros ciento cincuenta pasajeros, el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, acompañado por su secretario de Relaciones Internacionales, Jorge Moragas, y por la directora de Comunicación del PP, Carmen Martínez Castro. Ocupan las primeras butacas de la clase «bussines». Rajoy suele ir en asiento de pasillo porque le resulta mucho más cómodo dada su envergadura. Además, puesto que tampoco es un «fan» de los aviones, prefiere obviar el paisaje que se desarrolla más allá de la ventanilla.

Está contento, de muy buen humor. Ha llegado al aeropuerto desde el Palacio del Elíseo, donde se ha entrevistado con Nicolás Sarkozy. Horas antes se ha hecho la foto que compensa todo el viaje: está junto al presidente de la República francesa y la canciller alemana, Angela Merkel, en una pose que evoca aquello de la obra de Dumas de «Los tres mosqueteros», «uno para todos y todos para uno». Las manos unidas y ellos sonrientes.

Momento de relax

Rajoy y su equipo saben que esas imágenes ya están en las redacciones de los periódicos y de las cadenas de televisión. Ha llegado el momento de relajarse. Moragas, sentado al lado de su jefe de filas incluso sestea un poco tras soltar toda la tensión acumulada por la preparación del viaje.

En esto que el avión inicia la rodadura hacia la pista de despegue, hace un pequeño giro y... una de las ruedas del tren de aterrizaje se sale del asfalto y queda profundamente hundida en el barro, porque resulta que en París, además de hacer un frio que pela, está lloviendo estos días.

«¿Ya hemos llegado?», suelta el secretario de Relaciones Internacionales, confundiendo su brevísimo sueño con una siesta de dos horas y el parón del avión con la maniobra de aterrizaje.

Pero no, no habían llegado a Madrid. Todavía estaban en el aeropuerto de Orly con el avión embarrancado y todo el pasaje a bordo esperando saber si alguien los iba a rescatar de ahí. El aeropuerto de Orly activó el sistema de emergencias habitual en estos casos con coches de bomberos y ambulancias, pero parece que no hizo falta hacer uso de sus servicios. De hecho, la situación resultó tan serena que ni siquiera se desplegaron las rampas hinchables de evacuación por las que hay que quitarse los zapatos y deslizarse como un chiquillo, que era lo que le hubiera faltado a Rajoy .

Se limitaron a llevar unas escalerillas, hicieron salir a los pasajeros de forma organizada, los devolvieron a la terminal y buscaron otro avión en el que despegaron tres horas y media después. ¿Y a qué se dedicó Rajoy en ese tiempo? «Pues a ganar votos», dice Moragas. Rajoy había cogido tal gustillo a las fotos que posó, esta vez con ciudadanos anónimos que quisieron inmortalizarle amén de firmar autógrafos para sus simpatizantes.

Pero la verdad, es que la aeronaútica y el líder del PP comienzan a ser términos antitéticos a tenor de los «incidentes de recorrido» que padece de vez en cuando el líder popular, afortunadamente sin más consecuencias que el susto o la anécdota, salvo un dedo lesionado que nunca ha terminado de recuperar por completo su movilidad.

Puntual a la cita

Él, de hecho, es consciente del extraño maridaje que tiene con los aviones. Si nunca le ha gustado volar, el accidente de helicóptero en Móstoles afianzó sus temores, aunque la ley de probabilidades le exonera de experimentar de nuevo algo parecido, con lo que, en el fondo, puede haberse convertido en un seguro para sus compañeros de viaje. Lo del miércoles es «un incidente que le puede ocurrir a quien coge mucho el avión», alegan en le cuartel general de los populares sin querer darle más importancia.

Pero el candidato popular adelantó su vuelo a París para estar puntual en el acto de la UMP junto a Sarkozy y Merkel. Iba a salir a primera hora de la mañana del miércoles, con tiempo de sobra para pronunciar su discurso, pero decidió adelantar el vuelo a la tarde del martes para evitar sorpresas de última hora.

También, en su visita a Montevideo del pasado mes de diciembre hubo de cambiar la agenda de la jornada después de verse atrapado en el aeropuerto de Ezeiza de Buenos Aires por una huelga de maleteros que le hizo llegar dos horas tarde a su cita con los inmigrantes españoles. Y Mariano Rajoy ha decidido que ya no quiere llegar tarde a ninguna cita más.

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