Alberto Rodríguez: «Soy un disfrutón de nuestra gastronomía y me gusta desde Cañabota hasta El Rinconcillo»

También nos habla de cultura y de cine, y de cómo la capital andaluza está cogiendo impulso no solo en materia gastronómica , también en cuestiones audiovisuales.

Nervioso ante la inminente celebración, confiesa que este año el nivel de películas candidatas está muy alto y que sus quinielas no son del todo alentadoras. «El año de Grupo 7 aspirábamos a 17 premios y solo nos llevamos 2» , señala.

No obstante, sabe que la mejor recompensa ya ha llegado. Pase lo que pase le quedará la satisfacción de ver a su ciudad subir a lo más alto de la gran pantalla.

¿Qué pasó por su cabeza cuando se enteró de que los Goya volvían a su ciudad?

Como académico y cineasta lo que me parece muy bien es que los premios se muevan y las galas no se centralicen en Madrid. Y en este caso el hecho de que sean aquí, que casi todo nuestro equipo viva en Sevilla y que estemos casi todos nominados ya es especial. Pase lo que pase para nosotros va a ser una fiesta, aunque las posibilidades de ganar este año son pocas porque el nivel es altísimo. Lo importante es que a través de los Goya el público conozca estas películas y las disfrute.

En parte es responsabilidad suya que Sevilla se haya puesto en el mapa del cine español...

Lo de responsable me suena a culpable (risas)... Lo que intentamos es poder vivir de esto, ya que es una profesión que amamos. Y sí que me pone especialmente contento ver la evolución del sector en Sevilla. Esta semana hemos tenido una charla abierta al público con motivo de los Goya y el salón estaba lleno de chavales; me parece estupendo que haya una cantera y continuidad en el sector.

¿Goza de buena salud el audiovisual andaluz?

Espero que sí, no conozco demasiado el trabajo que hacen estos jóvenes pero en 20 años el panorama ha mejorado ostensiblemente. Cuando nosotros empezamos prácticamente se producía una película al año y el otro día en los Premios Carmen había seis o siete películas andaluzas de altísimo nivel. Vamos por el buen camino pero es una industria muy débil y necesita mucho apoyo.

En el sector de la hostelería ha ocurrido algo similar, ¿está al tanto de las novedades gastronómicas de Sevilla?

Me gusta mucho salir a cenar a sitios distintos aunque últimamente no he tenido demasiado tiempo. Soy de comer bien, como le pasa a casi todo el mundo.

¿Es más de los sitios clásicos o de los modernos?

Soy bastante disfrutón de nuestra gastronomía y me gusta desde Cañabota a El Rinconcillo. Cañabota me pareció sorprendente, lo probé por primera vez un día antes de la pandemia y me encantó. Pero también soy mucho de bares tradicionales como El Mudo y su bacalao o Sol y Sombra en Triana. Me gusta lo tradicional y lo nuevo, sobre todo que el alimento sea de calidad.

¿Con qué recetas sevillanas se queda?

Espinacas con garbanzos, pavías de bacalao, carrillera, la ensaladilla de La Alicantina...

Pues ha cerrado, no sé si está al tanto...

No lo sabía, de hecho hace un par de días he mandado allí a un amigo, el director de cine Fernando Franco (risas)... La ensaladilla de la cervecería Internacional tampoco está nada mal.

Y por el Aljarafe, ¿dónde suele parar?

Voy mucho con amigos a El Ocho, en La Pañoleta. Y nos encanta hacer la ruta del mosto por los pueblos del Aljarafe, buscando siempre a alguien que no beba, claro (risas).

¿Es consciente de esa evolución tan espectacular que ha vivido la hostelería en Sevilla?

Ha cambiado muchísimo. Si miro hacia atrás recuerdo en La Alameda La Agustina, un sitio al que íbamos a comer porque era el más barato de la ciudad, o La Abundancia, cerca de mi Facultad en Gonzalo de Bilbao, donde como su nombre indica no te quedabas con hambre... El Punto, antes de llegar a Santa Catalina... por muy poco comías. La transformación de la hostelería se aprecia mucho en espacios com el Mercado de la calle Feria, ahora todo lleno de puestos que te ofrecen tapas muy innovadoras en un sitio en el que hace 20 años no había nada.

La Alameda es de las zonas que más frecuentaba de joven y también ahora y es reflejo de cómo ha cambiado la ciudad. Es más habitable, más amable, pero se ha perdido el ambiente que nos unía. Había cuatro bares donde estábamos todos los del teatro y del cine: Funclub, El Corto Maltés, La Habanilla, La Sirena.

¿Qué otros rincones de Sevilla le gustan?

La Alfalfa y dos zonas donde vivían mis abuelos: la calle Feria y el barrio de Santa Cruz. Mis recuerdos son bastantes distintos a lo que son ahora. De hecho la casa de mis abuelos es hoy una tienda de souvenirs, hasta ese punto se ha transformado la ciudad. Cuando paso por allí me vienen recuerdos de cómo era y por otro lado me da pena porque era un barrio muy popular y ahora es un barrio para turistas. Había comercios tradicionales y ya no queda nada de eso.

Pero ese proceso de gentrificación es generalizado en las grandes ciudades del país y entiendo que es algo normal.

¿Trabaja ya en algún nuevo proyecto?

Tengo un par de ideas pero hasta que no cierre la temporada de premios no puedo poner nada en marcha.