Pepe Cruz: «Un templo dedicado a un templete»

Una de las peculiaridades de Pepito Cruz es que (con permiso del Covid) siempre cabe más gente dentro – aquello tiene el mismo trasiego de una boca de metro- y que según entras el mismo Pepe o alguno de sus escuderos ya te está mirando y preguntándote cuántas cervezas van a ser y buscándote sitio. Porque no hace falta indicar cómo tiran y miman aquí la Cruzcampo. No es casual que se llamen cervecería antes que bar y que estén dedicados y entregados al templete de la Cruzcampo, que adorna en forma de azulejo una de sus paredes.

Mientras le das el primer sorbo a la rubia, ya estás mirando de reojo qué tienen hoy en la vitrina. Hoy hemos tomado buenos mejillones, mejores gambas y extraordinarias coquinas. Aquí donde no te equivocas es pidiendo que te recomienden. Pero aparte de cocer bien el marisco y de entretenerse con los moluscos, lo que no falla nunca es la cocina tradicional de barrio. Y, así, es casi obligatorio seguir con unas anchoas imperiales y un buen plato de papas aliñás en el apartado de tapas frías y no olvidarse de pedir algo de pescado frito: salmonetes, acedías o sus imprescindibles anchoas abiertas y rebozadas. Terminar con una buena tapa de cocina, ya sea lomo al atún, carrillada al pimentón, su mantecaito al whisky o cualquier guiso casero del día es asegurarte que sales de allí con la misma sonrisa con la que Pepito te recibe en su casa.