La Moneda: «Mucho más que la sopa de galeras»

Entre los platos que hay que poner por delante de la susodicha sopa o crema, no hay que dudarlo y empezar por el jamón serrano ibérico de bellota que preside el comedor y que cortan al vuelo y seguirlo de esos langostinos medianitos que cuecen como pocos. Jamón y langostinos ¿para que complicarse más la existencia?

A partir de ahí ya uno se puede relajar con otras cosas. Las cañaíllas son un excelente acompañante a los anteriores manjares. O una de las combinaciones más ricas que hemos probado en los últimos tiempos, la mojama con habitas baby. Original plato que esperemos que no airee don Carlos.

Unas papas aliñadas o, mejor dicho, bañadas y sumergidas en aceite de oliva, unas tortillitas de camarones que más que referenciales, son reverenciales y un calamar de potera convertido en anillas y perfectamente frito, rematan una espléndida comida en la que no hemos sido capaces de llegar a sus guisos o a sus arroces marineros.

Hay, por supuesto, una forma aún más valiente de acudir a este restaurante, pero dejando a un lado esa barra o mesas altas que tanto nos gustan, para sentarse y meterse en líos de ostras, cigalas, carabineros, bogavantes, buey de mar, etc…pero de eso prometemos hacer un monográfico otro día. 

Escribíamos en esta misma página hace ya doce años que “en la Moneda, no te equivocas: calidad de la materia prima, sencillez sin pretensiones, precios ajustados y buenos camareros -atentos y siempre en su sitio-”. Nada ha cambiado en este tiempo salvo que José Luis Inchausti, su primer patrón, tristemente ya no está con nosotros, pero ha dejado a Isidro, Conchi y Jorge al frente de este barco marinero al que le quedan muchas millas.