¡Tierra a la vista!

Nosotros hemos empezado por unos buñuelos de bacalao , sabrosos y esponjosos por dentro y bien hechos por fuera, como debe ser. Hemos seguido por unos crujientes de pringá sobre puré de garbanzos , una experiencia cercana a un auténtico cocido. Muy conseguido. Y unas chistorritas que en vez de venir sólo a la plancha o a la parrilla estaban guisadas en una salsa con un toque de Pedro Ximénez delicioso.

Entre los entrantes y el plato principal nos hemos atrevido con unos papardelle con ragú de ternera sencillamente extraordinarios. Y con los platos principales, con los que culminó el espectáculo. Una humilde caballa convertida en el plato más refrescante del verano gracias a una salsa de cítricos, cebolla y zanahoria que convierten este pescado en una estrella. Y una merluza de pincho , hecha al estilo de Santurce, sabrosísima y jugosa acompañada de un toque perfecto y picantón de unos jalapeños.

Pero aún faltaba el remate y éste llegó en forma del mejor tiramisú que podemos recordar que, servido en un vaso, iba sorprendiendo cucharada a cucharada. Aviso a navegantes: no se quede en la puerta diciendo, ¿será aquí, en este sitio? Entre y no tire para el bar «Santa María» de la otra esquina que es donde se reúne medio barrio. Fíese de nosotros aunque sea por una vez, aunque sólo sea para empezar probando el arroz que hace los domingos o la fideuá que prepara este Iván o Ivantxu que no sabemos de donde viene, pero que desde luego promete.

Y es que cuando te vas de un restaurante con ganas de descubrir todo lo que puede dar su cocina puedes llegar a entender la emoción que sintió el vecino más famoso del barrio, Rodrigo de Triana, al gritar  «¡Tierra a la vista!» .