Casa Rafel: «El de siempre, como siempre»

De apariencia casual, mesas de reducido tamaño, sin vestir y una carta que viene en folios sueltos, tiene una propuesta que es difícil de encajar ya que toca varios palos y explora esa ortodoxia en casi todos sus platos con propuestas que van de lo más clásico a combinaciones donde el factor diferencial es la creatividad del chef.

En el recorrido por su carta comienzo con una refrescante parada con su ajoblanco, lo sirven con una vieira asada y sorbete de limón , una fina sopa fría en la que se crea ese cambio de temperaturas y texturas.

El hojaldre casero es uno de esos platos que uno no debe dejar de pedir cuando va, una ligera masa con sabor a mantequilla sobre la que ponen un atún rojo en conserva que también hacen en casa y un sofrito suave. La fritura de Rafel es limpia, perfectamente afinada y eso lo demuestran sus chocos de Huelva, que limpian a mano y a los que dan un toque especial con el alioli de algas que los acompaña.

Los callos de esta casa son una referencia en la ciudad, un plato que tengo en estima tras pasar parte de la vida en Madrid y aunque no es tan tradicional y demandado en la Ciudad, es realmente reconfortante encontrar unos de este nivel.

El salado acaba con una fideuá negra con corvina, langostinos, chocos y una mahonesa de ajo , un plato que quizás esta denostado pero que bien hecho es una delicia, en este caso utilizan un fideo extrafino, que absorbiendo todo el sabor del caldo también toma una textura muy interesante. El postre en este caso fue la crema tostada sobre galleta de pasta sable con piñones garrapiñados , otro acierto para redondear una gran comida.

Casa Rafel lleva ya mucho tiempo siendo un grandísimo restaurante de Sevilla, quizás su pequeña y bulliciosa sala o su carta en papel no lo aparenten, pero lo que sale de cocina, lo hace estar en el escalón superior de la gastronomía local.