Casa Fidel: «La policía no es tonta»
Venir a Casa Fidel es un viaje en el tiempo a la esencia del tapeo y de la cocina de los barrios de Sevilla
Dónde comer en la Macarena: los mejores bares y restaurantes
Sevilla
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Iniciar sesiónEs un mediodía cualquiera. Por un estrecho hueco al final de la barra salen tres, cuatro y hasta cinco policías. No es una redada; es la hora de la comida, o mejor dicho del menú del día. Y como la policía no es tonta, los ... agentes de uniforme del Distrito Macarena siguen entrando y saliendo por turnos del angosto comedor donde les dan gloria bendita.
Venir a Casa Fidel es un viaje en el tiempo a la esencia del tapeo y de la cocina de los barrios de Sevilla. Todo en su sitio, desde la barra metálica con grifo de Cruzcampo a las tapas tan bien cantadas que vas saboreando antes de probar. De la gestión por toda la familia a los guisos de toda la vida, y a esos vecinos que vienen para llevarse a sus casas. Y, por si fuera poco, todo se puede pedir en el formato que sea: tapa, plato, ración o lo que pidas y la cocina va cantando los platos que se van acabando porque todo lo bueno es del día y finito, como Dios manda.
A partir de ahí y apoyados en la barra, pendientes de los platos que van saliendo de su pequeña cocina, nos lanzamos a probar su bacalao rebozado con tomate y papas, sus boquerones abiertos al limón -qué bien fríen en esta casa-, los riñones al jerez con patatas fritas de verdad de un clasicismo casi emocionante, como lo son también sus albóndigas especiadas y con trocitos de frutos secos que las hacen diferentes. Los chícharos (¡cuánto tiempo sin oír en una cocina esta sabrosa palabra!) y las croquetas de puchero y un soberbio menudo, terminan por rematar este bendito menú degustación que nos hemos fabricado en un momento a base de copiar lo que los parroquianos iban pidiendo, apuntándonos a todo y no arrepintiéndonos de nada.
La alternativa es la del menú diario a precio más que razonable. O la de pedir que te preparen platos especiales para celebraciones o comidas de amigos.
Se nos olvidaba. Una tarta contessa de postre nos termina de arrancar una sonrisa y esa vuelta al pasado que aquí es un reencontrarse con otros tiempos mejores o, al menos, más auténticos y menos historiados.
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