REPORTAJE

Las tortas locas: el dulce malagueño que nació de la posguerra y hoy es un símbolo de la ciudad

Las tortas locas se han convertido en patrimonio sentimental de los malagueños y un auténtico icono gastronómico, y desde GURMÉ nos sumergimos en la curiosa historia de su creación

Nuestros dulces malagueños favoritos

Las tortas locas del obrador Tejeros, en Fuente Olletas GURMÉ

Cristina Torres

Málaga

Dos capas de hojaldre rellenas de crema pastelera, bañadas con un glaseado naranja y coronadas por un punto rojo. Así de sencillo y así de inolvidable es el pastel que desde hace setenta años endulza la memoria de varias generaciones de malagueños: la torta loca. ... Un dulce humilde en su origen, nacido en la posguerra, que se ha convertido en símbolo de Málaga tanto como un espeto o la fritura malagueña.

El origen: de futbolista a pastelero

La historia arranca en los años cincuenta, cuando Eduardo Rubio Cao, defensa del CD Málaga, decidió compaginar el balón con la pastelería. Los sueldos de los futbolistas de la época poco tenían que ver con los de hoy, y Rubio buscó un oficio que le diera estabilidad. En su obrador, se le ocurrió unir dos discos de hojaldre con crema pastelera, cubrirlos con un glaseado de color naranja intenso y coronar el conjunto con una guinda roja.

El pastel empezó llamándose «loco», pero pronto cambió al femenino. En 1954, la canción «A lo loco se vive mejor» arrasaba en las radios y ese espíritu vitalista encajaba con el optimismo que traía aquel dulce redondo. Los propios empleados de Rubio, José Ruiz y María Jesús Fernández, acabarían abriendo su propio obrador en la calle Tejeros del barrio de la Victoria. Con ellos, la receta se asentó en la ciudad y el nombre definitivo se hizo popular: torta loca.

También las preparan en formato tarta, de mayor tamaño gurmé

Tejeros, la casa de las locas

En 1975, Pepe Ruiz y su mujer María Jesús, que habían aprendido el oficio en el obrador de Eduardo Rubio, dieron un paso decisivo: abrir su propia confitería en la calle Tejeros. Allí nació la Confitería Tejeros, el lugar que acabaría convirtiéndose en el gran santuario de las tortas locas en Málaga. Con esfuerzo y constancia, aquel pequeño negocio familiar se fue ampliando hasta convertirse en referencia de toda la ciudad.

El relevo llegó en los años 90, cuando su hijo Manuel Ruiz —al que todo el mundo conoce como Manolo Tejeros— tomó las riendas. Bajo su dirección, el obrador creció hasta transformarse en una auténtica factoría del dulce: hoy dan trabajo a unas 40 personas y de sus hornos salen cada día no solo las icónicas locas, sino también borrachuelos, roscos de vino, pestiños y tartas que marcan el ritmo de cada temporada.

Se trata de un dulce completamente artesanal gurmé

Hacer una torta loca, sin embargo, sigue siendo casi un ritual. Su preparación requiere entre 24 y 36 horas, porque tanto el hojaldre como la crema pastelera deben reposar antes de ensamblarse. Solo entonces llega la magia: una base de hojaldre, una capa de crema, otra de hojaldre, el glaseado naranja brillante, el característico punto rojo y un velo final de azúcar. Una fórmula que no ha cambiado en décadas y que se mantiene como el gran secreto de su éxito.

Fiel a sus raíces, Tejeros nunca ha abandonado el barrio de la Victoria. Desde sus inicios en la calle Tejeros hasta la actual nave de Fuente Olletas, la familia ha rechazado en más de una ocasión ofertas para trasladarse a polígonos industriales o a otras localidades. «Aquí está nuestra historia y aquí seguiremos», suele repetir Manuel, convencido de que la esencia de las locas está también en el lugar que las vio crecer.

Las tortas locas se han convertido en uno de los souvenirs gastronómicos más consolidados de Málaga gurmé

De la pastelería al icono

Lo que nació como un capricho asequible pronto se convirtió en una seña de identidad. Para muchos malagueños, probar una loca era parte de la infancia, un ritual de meriendas y cumpleaños. Con el auge del turismo, su color naranja brillante empezó a llamar también la atención de los visitantes, que se la llevaban como recuerdo comestible de Málaga.

El obrador Tejeros supo aprovechar esa popularidad: lanzó formatos más pequeños, cajas de regalo y hasta versiones mini para cóctel. Hoy, las locas aparecen en cartas de heladerías —como la versión en helado de Nonna— o en trampantojos salados de chefs como Pepo Frade (Aire Gastrobar). En 2024 incluso protagonizaron el cartel del Festival de Cine de Málaga, reinterpretadas como el sol que ilumina la ciudad.

Locas bombón cubiertas de chocolate, una de las nuevas versiones de este dulce gurmé

Reinventarse sin perder la esencia

Aunque la receta original sigue siendo la estrella, Tejeros también ha jugado con nuevas versiones: las llamadas «locas cuquis», con rellenos de dulce de leche, crema de Oreo o Nocilla, que vuelan en minutos cuando salen al mostrador. También ediciones especiales para Halloween o Navidad, con decoraciones temáticas que demuestran que este clásico aún tiene mucho recorrido.

El futuro de las locas

Hoy, más de medio siglo después de que Rubio inventara el dulce, las locas siguen vivas y con buena salud. En Málaga no hay pastelería que no tenga su propia versión, aunque las de Tejeros son consideradas las auténticas. Manuel Ruiz ya piensa en la tercera generación y no descarta abrir puntos de venta propios, siempre con una premisa clara: «las locas son de Málaga y para Málaga».

De dulce de posguerra a icono, de hojaldre a símbolo, la historia de las tortas locas demuestra cómo un bocado sencillo puede convertirse en patrimonio sentimental de una ciudad entera.

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