Dónde comer bien y barato en el centro de Málaga: Bares y mesones típicos

Cristina Torres

Málaga

14/04/2025
Actualizado a las 13:57h.

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Comer bien y barato en el centro de Málaga no es una quimera, aunque cada vez cueste más dar con ese bar o mesón donde el plato esté a la altura y la cuenta no duela. Entre menús turísticos, cartas en cuatro idiomas y locales que parecen más un plató que un restaurante, abrirse paso hasta los bares con alma se ha vuelto casi un arte. Pero quien busca con ojo —y con hambre— todavía puede encontrar bares y mesones donde se come como en casa, se tapea sin prisas y la cuenta no te deja temblando.

El aumento de los precios en el corazón de la capital es un hecho, impulsado por la oleada constante de visitantes que llega cada semana. Muchos hosteleros han apostado por reformular sus cartas para satisfacer al turista que busca experiencias más visuales que gastronómicas. Y claro, los que vivimos aquí —o simplemente buscamos autenticidad sin hipotecarnos en el almuerzo— tenemos que afinar el radar para encontrar esos bares con solera, con sus mesas de mármol, su fritura en papel de estraza y su camarero de los de antes, que canta los platos del día con la voz de quien lleva en esto toda la vida.

Pero que no cunda el pánico: todavía quedan bares y mesones en el centro donde se come bien y a precios que no asustan. Sitios donde el espeto, la ensaladilla o las albóndigas en salsa no necesitan florituras. Donde el menú del día es un acto de resistencia, y las tapas, aunque sencillas, saben a cocina de casa.

En Gurmé Málaga nos hemos puesto el delantal (y el babero) para recorrer esos rincones donde el sabor va por delante del postureo. Esta guía no va de sitios de moda, sino de los de siempre —o de los nuevos que respetan la esencia—. Porque comer barato en el centro de Málaga no tiene por qué ser una utopía... si sabes dónde buscar.

¡Acompáñanos a descubrirlos!

A dos pasos de la Plaza de la Merced, en la calle Granados, se encuentra uno de los mesones más veteranos y queridos del centro de Málaga. Hablamos de Mesón Mariano, una casa de comidas con más de treinta años de trayectoria que ha sabido mantenerse fiel a su esencia mientras a su alrededor la ciudad se transformaba. Aquí no hay trampantojos ni espectáculos de sala: hay cocina de producto, de temporada y de cariño por lo que se hace.

Su carta rinde homenaje a los sabores malagueños de siempre, con especial atención a las verduras y hortalizas de cercanía —kilómetro 0 en estado puro—, que convierten a sus alcachofas confitadas con jamón ibérico en un plato casi de culto. También el chivo lechal malagueño, otra de sus especialidades más demandadas, se mantiene como comanda fija para los fieles que cruzan su puerta.

Pero no se queda ahí. El pescado fresco tiene también su sitio en carta, igual que una selección de carnes tratadas con mimo y recetas tradicionales que cambian según lo que ofrece el mercado. La sencillez bien entendida, con un servicio que conoce su oficio y un ambiente que invita a quedarse más tiempo del previsto, hacen de Mesón Mariano una parada obligatoria para quienes buscan comer bien y barato en el centro de Málaga sin renunciar a la autenticidad.

Ubicado en una tranquila bocacalle peatonal del centro histórico —Fernando de Lesseps, justo al lado de calle Nueva—, Mesón Antonio es uno de esos lugares que parecen llevar ahí toda la vida… porque así es. Fundado en 1979, este restaurante se ha ganado a pulso su lugar entre los imprescindibles de Málaga gracias a su fidelidad a la cocina de siempre y a una clientela que no le falla, ni entre semana ni en fin de semana.

Aquí la tradición malagueña no es solo una palabra bonita, sino un compromiso que se mantiene firme década tras década. Su propuesta gira en torno a recetas que huelen a casa: guisos diarios, cuchareo, ensalada malagueña, gazpacho, carnes a la brasa y una selección de pescados y mariscos del día que llegan directos de lonja. Mención especial merece su rabo de toro, uno de esos platos que nunca desaparecen de la carta y que muchos vienen buscando aposta.

El ambiente es el de un mesón de los de siempre, donde el servicio se mueve con la naturalidad del que conoce a su clientela y la cocina se luce sin estridencias, pero con mucho fondo. Comer bien y barato en el centro de Málaga es todavía posible, y este es uno de esos rincones donde la calidad no ha cedido terreno frente a la turistificación.

En pleno centro de Málaga, concretamente en la calle Correo Viejo, Mesón Santiago Sedeño es una de esas casas de comidas donde la tradición se mantiene intacta desde hace más de tres décadas. Abierto en 1990, este restaurante ha hecho de la cocina malagueña de siempre su carta de presentación, con un recetario que rinde homenaje a los sabores de toda la vida.

Su oferta se basa en platos de fondo y producto bien tratado: potajes, pucheros, callos, berzas, ensaladas frescas, pescaíto frito, carnes y mariscos. Nada más y nada menos. La clave está en el mimo con el que se elaboran y el ambiente familiar que se respira en el comedor. Un lugar que ha sabido conservar ese espíritu de cercanía y hospitalidad desde sus inicios.

Hoy son los hijos de los fundadores quienes continúan al frente del negocio, manteniendo la filosofía que lo ha convertido en un clásico entre locales y visitantes: producto de calidad, trato cercano y cocina con raíces. Si buscas comer bien y barato en el centro de Málaga, aquí tienes una parada segura.

Con décadas de historia y una clientela fiel, Mesón El Trillo es uno de esos bares de siempre que siguen siendo apuesta segura en el centro histórico de Málaga. Su propuesta se sostiene sobre dos pilares fundamentales: la cocina malagueña tradicional y el producto de calidad.

En su carta no faltan los guisos caseros, pescados frescos y carnes bien seleccionadas, aunque si hay un ingrediente que destaca por encima del resto, ese es el bacalao, protagonista habitual de muchas de sus especialidades más demandadas. La tradición y la sencillez bien entendida son el hilo conductor de un recetario que ha sabido mantenerse fiel a sus raíces sin dejar de evolucionar con los tiempos.

Ubicado en una de esas calles donde la vida del centro aún conserva su esencia de barrio, El Trillo representa ese tipo de establecimiento que no necesita grandes florituras para destacar: trato cercano, sabor de siempre y una cocina honesta que habla por sí sola. Ideal para quienes buscan comer bien y barato sin renunciar al carácter local.

Desde su apertura en 1996, La Cepa se ha consolidado como uno de esos restaurantes de toda la vida donde la cocina tradicional española se sirve con acento malagueño y alma viajera. Ubicado en plena calle Strachan, este establecimiento mantiene una carta donde conviven recetas locales como la ensaladilla malagueña o la porra antequerana, con platos de otras regiones como el bacalao a la vizcaína o al ajo arriero.

En carnes, propuestas contundentes como la paletilla lechal, el solomillo o el clásico rabo de toro completan un menú que apuesta por el sabor de siempre. Todo con un enfoque casero, sin artificios, pensado para quienes disfrutan del recetario tradicional en un ambiente cercano y sin estridencias.

La bodega, fiel compañera de su cocina, está compuesta por etiquetas clásicas de tintos y blancos que responden a los gustos de una clientela habitual que sigue encontrando en La Cepa ese lugar cómodo al que volver. Cocina reconocible, servicio atento y una barra que conserva el espíritu de los buenos mesones.

Pocos nombres hay tan ligados al tapeo malagueño como Lo Güeno, un mesón que lleva desde 1967 sirviendo cocina tradicional en pleno centro de Málaga. Desde su ubicación original en la calle Marín García —a un paso de calle Larios— hasta su segunda apertura en calle Strachan en 2010, este establecimiento se ha mantenido fiel a su filosofía: producto local, trato cercano y sabor malagueño sin complicaciones.

Ambos locales ofrecen una carta amplia y reconocible, donde las carnes a la brasa ocupan un lugar destacado: chuletas, solomillos, entrecot… Y, por supuesto, no faltan los pescados frescos, mariscos, migas, berenjenas con miel de caña, porra antequerana, huevos rotos o revueltos variados. Tanto en su amplia terraza como en su barra o salón interior, Lo Güeno sigue siendo uno de esos lugares donde comer bien y sin sorpresas en el centro histórico. Tradición, constancia y sabor a Málaga.

Inaugurado en 1971, El Pimpi es uno de los mesones más conocidos de Málaga y una parada habitual tanto para locales como para visitantes. Situado en pleno centro histórico, su propuesta combina la tradición gastronómica malagueña con una puesta en escena que rinde homenaje a la cultura local, desde sus muros decorados con fotos y barriles firmados hasta su carta centrada en el producto de proximidad.

Aquí se pueden encontrar platos como porra antequerana, berenjenas con miel, frituras de pescado, carnes a la brasa y postres típicos, además de una selección cuidada de vinos con protagonismo especial para los de la tierra. Con diferentes espacios, terraza con vistas a la Alcazaba, y un servicio continuado durante todo el día, El Pimpi es uno de esos clásicos donde comer bien en pleno centro sigue siendo posible.

Con más de tres décadas de historia, este mesón ubicado junto a la Catedral de Málaga es uno de esos lugares que no necesitan artificios para conquistar. Su cocina es un homenaje sincero a la gastronomía malagueña de siempre, con recetas caseras que se sirven con mimo y un ambiente que invita a quedarse.

Entre sus especialidades destaca el gazpachuelo, uno de los más celebrados del centro, preparado con rosada, almejas de Málaga, langostinos, patata y huevo. También ofrecen otras propuestas locales como pescaíto frito, revueltos, guisos o ensaladas típicas. Su terraza, con vistas privilegiadas y ambiente tranquilo, es perfecta para una comida en pleno corazón histórico sin perder el sabor de barrio.

Ubicada en una estrecha calle perpendicular a la Alameda Principal, muy cerca del mercado de Atarazanas y de calle Larios, Casa Vicente es uno de esos bares que se han ganado su sitio en el imaginario gastronómico malagueño. Conocido por muchos como «el callejón de las gambas», este local modesto y siempre bullicioso es parada obligatoria para quienes buscan comer bien y sin florituras en el corazón de Málaga.

Dentro, el espacio es reducido y siempre está lleno, especialmente en Feria o Semana Santa, pero las mesas dispuestas a lo largo de la calle y el nuevo comedor justo enfrente permiten disfrutar de su cocina con algo más de comodidad, sin perder el sabor de lo auténtico.

¿Qué se come? Pescaito frito en su máxima expresión: boquerones victorianos, calamarcitos, cazón, rosada, jureles… Todo con un punto de fritura ligero y preciso, sin exceso de grasa. El jamón ibérico y las gambas a la plancha también tienen sus fieles, y si hay un plato que se ha ganado fama propia, es la fritura Vicente: una mezcla de cebolla, pimientos, berenjenas y gambas rebozadas, en formato de tempura casera, que hace honor a su nombre.

En Casa Vicente no hay reservas, ni carta digital, ni postureo. Solo buen producto, servicio rápido y precios más que razonables. Un bar que resiste al tiempo y que sigue siendo uno de los preferidos de locales y visitantes para tapear como se ha hecho siempre: de pie, en la barra o en una mesa compartida, al ritmo del ajetreo del centro.

En plena calle San Agustín, una de las más icónicas del Centro Histórico de Málaga, el Restaurante Tormes lleva desde 1963 ofreciendo cocina tradicional con el sabor de siempre. Fundado por Antonio y Joaquina y continuado hoy por su hija Mari Carmen y su marido Pepe, este establecimiento es parte viva de la historia gastronómica de la ciudad.

Aunque sus orígenes estuvieron ligados a la cocina castellana —de ahí el nombre, un homenaje al río Tormes que cruza Salamanca— con platos como el cochinillo, con el tiempo el restaurante fue evolucionando hacia una propuesta más local. Hoy su carta apuesta por la cocina mediterránea «de toda la vida», con platos como sus croquetas caseras o una ensalada malagueña que mantiene el sabor más puro de la tierra.

Desde sus comienzos hasta ahora, Tormes ha sabido conservar su esencia: producto honesto, recetas reconocibles y una atención cercana que ha fidelizado a generaciones de malagueños. Un restaurante sin estridencias, que ha resistido el paso del tiempo con la fórmula más simple y a la vez más difícil de conseguir: cocinar bien, tratar mejor y mantenerse fiel a lo que saben hacer. En una ciudad cada vez más marcada por el cambio constante, Tormes sigue siendo ese lugar donde uno sabe que va a comer bien… y sentirse como en casa.

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