La novia y la ex de Álex Casademunt, unidas por el dolor en el tanatorio
Las dos mujeres que marcaron la vida del cantante le han dado su último adiós rotas por las lágrimas y la emoción
La muerte de Álex Casademunt ha dejado a una familia sumida en el dolor, las lágrimas y el desconsuelo. No había esta mañana forma de contener la emoción en el tanatorio de Mataró . En torno a las 12 horas del mediodía comenzaban a llegar los amigos del cantante y las dos mujeres que marcaron su vida; su actual pareja, Judit Puig, y su expareja Laia, madre de su hija Bruna, de tres años.
A pesar de que tras su ruptura apenas mantenían relación, Laia no se ha separado de la familia de Álex Casademunt desde que se conoció la trágica noticia. Tras varios noviazgos fallidos, algunos de ellos con personas muy conocidas como la cantautora Merche, se enamoró de Laia en 2017. Un año más tarde llegaba la pequeña Bruna, una niña con la misma sonrisa y mirada azul que el padre . Apenas un año después de estrenarse en la paternidad, rompieron.
Con Judit Puig compartía sentimientos, pero también negocios. Juntos, lanzaron en 2019 una empresa de moda llamada Sonsocks, de calcetines de hombre, mujer y de niño. Judit fue su gran apoyo en los últimos tiempos, la mujer que le aportó serenidad y calma. Llevaron su amor con una gran discreción, aunque el pasado año Álex dio algún detalle de su noviazgo en su cuenta de Instagram.
Cristina, hermana del exconcursante de 'OT', entraba en el tanatorio destrozada, abrazada a su hermano, Joan , en medio de los aplausos en homenaje a su hermano.
La expectación mediática ha sido mayúscula. Multitud de cámaras y periodistas se agolpabana a las puertas del tanatorio para retratar el dolor de una familia y unos amigos que no encontraban consuelo. Joan Casademunt ejerció de portavoz y agradeció la multitud de muestras de cariño recibidas. El padre de Álex, completamente destrozado, apenas pudo salir unos segundos del tanatorio para saludar a la prensa.
Además de la música, la otra gran pasión de Álex era el motor. Pertenecía a un club motero, al que había acudido antes de sufrir el fatal accidente, y sus amigos también se personaron en la despedida. Ataviados con sus cazadoras identificativas, los motores lanzaron un rugido al cielo para darle un último adiós.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete