La nueva señora de Felipe González
La nueva señora de Felipe González
Sin prisa, pero sin pausa. En las últimas semanas, algo ha cambiado o, por lo menos, algo ha avanzado en la relación del ex presidente del Gobierno Felipe González y Mar García Vaquero. De todos es sabido que nunca han querido hacer público su noviazgo, ni tan siquiera que se supiera que estaban juntos. Su acuerdo fue ofrecer un perfil bajo a nivel mediático para evitar en todo lo posible a los paparazzi y la prensa rosa. De ahí el enfado de González cuando, al poco de conocerse su relación, una revista publicó imágenes de la pareja en Latinoamérica cuando se disponían a subir a un avión privado.
Y es que así se las gastaban. Tras enamorarse de Mar, Felipe abandonaba su casa de Somosaguas y decía adios a su pasado. Es verdad que su matrimonio con Carmen Romero formaba parte de ese pasado mucho antes de que Mar se cruzara en su vida, pero también que, hasta entonces, nunca había roto el vínculo que le unía con la madre de sus hijos.
Sin embargo, con Mar todo cambió. Los cercanos a Carmen Romero dudaban de la solidez de la relación, pero Felipe sabía que no era un capricho ni un simple tonteo. Se instaló en un piso de la madrileña calle de Velázquez, propiedad de su casi cuñado Pedro Trapote (Mar es hermana de Begoña, la esposa del empresario), y allí disfrutó de su nuevo amor mientras cocinaba sus famosos pescados con el mismo esmero con el que pule sus cotizadas piedras.
Las salidas de la pareja siempre eran privadas, con los Trapote y pocos más. Viajes discretos a Marbella, a Tánger o a México, donde son muy bien recibidos por el magnate Carlos Slim, con quien González siempre se ha llevado de cine. Pero casi nunca aparecían juntos en público. Si Felipe presentaba un libro, Mar permanecía ausente; si estaba invitado a una cena de amigos, tipo los Segrelles, acudía sin su pareja. Con tanto misterio se avivaron las especulaciones sobre una ruptura inminente. Pero, hoy, su estabilidad sentimental está fuera de toda duda.
El enlace parece cercano
De ahí los rumores de una boda, discreta, privada y civil. A fin de cuentas, oficializar su relación no sólo resultaría útil por cuestión protocolaria, sobre todo a la hora de viajar; también sería una alegría para las hijas de Mar, que adoran a Felipe. Y ese enlace cada día parece más cercano.
Por ello, en los últimos tiempos algo ha cambiado en su actitud pública. Felipe acudió junto con Pedro Trapote al funeral del que podría haber sido su suegro, y allí estuvo durante toda la ceremonia religiosa ocupando un discreto banco. Después, su propio equipo de seguridad protegió de los flashes a su novia. Días más tarde, Mar García Vaquero le acompañó en el homenaje que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, rindió a los ex presidentes de Gobierno vivos. Durante el acto, ocupó un lugar destacado junto a Ana Botella y Mar Utrera, las esposas de José María Aznar y de Ruiz Gallardón. Por todo ello, la nueva «señora» de González ya no es un misterio, sino una realidad
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