En la patrulla de los vigilantes de la playa de Madrid: «Hemos salvado muchas situaciones críticas»
El dispositivo del Summa 112, que ha atendido este verano 1.100 incidencias en el pantano de San Juan, controla a los bañistas por tierra, mar y aire, gracias a la reciente incorporación de drones
El coordinador del operativo asegura que ha habido una escalada en cuanto al riesgo de las imprudencias de los jóvenes, que buscan nuevos lugares para saltar
Muere ahogado un hombre de 34 años en el embalse de Picadas
San Martín de Valdeiglesias (Madrid)
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Iniciar sesión«¿Has dado el aviso? Sí, ya tenemos número». Esta breve conversación entre dos miembros del Summa 112 supone el punto de partida al dispositivo de vigilancia, salvamento y atención sanitaria del pantano de San Juan, en el término municipal de San Martín de ... Valdeiglesias, a unos 100 kilómetros de la capital.
Son las 12 de la mañana de un abrasante domingo, y la playa de la Virgen de la Nueva ya luce colorida, repleta de toallas, muchas de ellas de pequeño tamaño. Es un plan familiar perfecto. Pero también este lugar entraña muchos peligros si la actitud que gobierna es la imprudencia, como ocurre en no pocos casos.
Muchos de estos bañistas no lo saben, pero unos metros más arriba están sus ángeles de la guarda. Pero también se dejan ver en el cielo y en el agua, no solo en la tierra. ABC acompaña al operativo previsto para esta jornada, compuesto por ocho técnicos de emergencias sanitarias, todos ellos formados en socorrismo en medio natural, y una enfermera, además de contar con una lancha, dos tablas de pádel surf de rescate, una clínica con soporte vital avanzado y un novedoso despliegue de drones, que forma parte de un proyecto piloto.
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Mientras varios socorristas quedan apostados en la citada playa, otros prenden el motor de la embarcación para comenzar con el recorrido de vigilancia, con destino a la playa del Muro, a unos ocho kilómetros de allí, lo que se traduce en «unos 11 minutos a máxima velocidad».
En ella van tres trabajadores, entre ellos el coordinador del dispositivo, Julián Sánchez Perea, y el director de operaciones de la unidad Vair (Vehículo Áereo de Intervención Rápida), al que le conocen como Wolf (lobo), aunque quizá sería más acertado llamarle 'Eagle' (águila), pues controla a vista de pájaro todos los recovecos del pantano a los que un golpe de vista desde la lancha no alcanza a ver, ya sea por las sombras o por la enorme envergadura de esta ingente masa de agua que nutre a Madrid y a Ávila.
«La vigilancia y la prevención es nuestro cometido principal. Si tenemos que actuar dentro del agua, decimos que algo ha fallado, porque para nosotros es muy importante que no ocurran estos hechos. Si suceden, damos la asistencia sanitaria al paciente in situ», comenta durante el inicio del trayecto Sánchez Perea.
Lo cierto es que la presencia de la lancha del Summa 112 hace girar el cuello a la inmensa mayoría de bañistas. Tiene un efecto de disuasión, aunque el equipo insiste: «Nosotros no hacemos de policías, somos un servicio sanitario». Y tanto que lo son. El año pasado, el dispositivo del pantano de San Juan realizó un total de 3.600 intervenciones, llevando a cabo el rescate de 99 personas con distrés acuático y una víctima traumática. En cuanto a asistencias sanitarias, se realizaron un total de 180 durante los fines de semana y festivos e incluso dos víctimas fueron evacuadas en helicóptero por lanzarse desde un muro. Uno de ellos sufrió daños medulares como consecuencia del golpe.
Este verano, pese a estar siendo «relativamente tranquilo», ya se han realizado 1.100 intervenciones de todo tipo, con unas 80 asistencias dentro del agua y unas 40 actuaciones con barcos. «Lo que más estamos teniendo son los traumatismos craneoencefálicos de gente que se tira de cabeza y se golpea contra las piedras, también cortes, heridas, otros que se aventuran a meterse pantano adentro y no tienen el nivel adecuado para volver...», precisa el coordinador del operativo, que se despliega desde las 12 hasta las 20 horas los fines de semana y festivos entre junio y septiembre.
Actuaciones heroicas
Durante esta temporada, no ha habido que lamentar ninguna víctima mortal en la zona de influencia de Summa 112 dentro del pantano de San Juan. Aunque sí que la hubo al otro lado de la presa, en el embalse de Picadas, donde falleció recientemente un bañista de 34 años tras sufrir un accidente en una zona carente de vigilancia. La ausencia de muertes se ha debido, sin duda, a numerosas actuaciones heroicas de estos sanitarios. «El fin de semana pasado, unos chicos estaban intentando cruzar el pantano de orilla a orilla y comenzaron a cansarse. Uno lo estaba más. Conseguimos salvarlo entre cinco, no fue fácil subirlo al barco», cuenta con orgullo Sánchez Perea.
Hay muchas más, cada día. La mayoría fruto de las imprudencias, que muchas veces vienen acompañadas del excesivo consumo de alcohol. «A lo largo de los años ha habido muchas situaciones críticas en las que hemos conseguido salvar la vida a la víctima. Por ejemplo, en el Muro, un chico tuvo un corte de digestión (hidrocución) dentro del agua, empezó a vomitar y se le pudo sacar a tiempo. Hace un par de semanas, coincidió que iba la patrulla navegando y había varios chavales jóvenes que nos hacían gestos, y uno de ellos se veía que ya no nadaba porque no podía más. Faltando muy poquito para llegar, se le pusieron los ojos en blanco y se hundió inconsciente. Le pudimos coger a tiempo, sacarlo rápidamente, reanimarle y enviarlo al hospital. Ya está fuera haciendo vida normal», relata.
«El fin de semana pasado, a un niño se le escapó el juguete hinchable, se tiró a por él y se agotó, pero justo estaba uno de nuestros técnicos y se lanzó a por él y le salvó», recuerda el coordinador del dispositivo, que lleva casi dos décadas trabajando en el pantano.
Y eso da para mucho. También para situaciones traumáticas. «Había una persona de 17 años jugando con un hinchable. En cierto momento una racha de viento se lo llevó y no sabía nadar. La patrulla de Summa 112 lo había visto de lejos y estaba de camino pero, a apenas unos metros, desapareció. «Empezó a chapotear, íbamos llegando, la mano estaba saliendo del agua todavía y fue tirarme a por él y no lo conseguí». Apareció el cuerpo días más tarde.
Este año, cuenta Sánchez Perea, el nivel de imprudencia ha escalado, al menos en una ocasión. «Ahora alguno quiere lanzarse desde la presa, donde están las compuertas, que se tienen que colar a una instalación y es muy peligroso. Pues alguno lo ha intentado. Estamos teniendo incidentes más complejos que otros años, que requieren lanzarse al agua, que requieren más técnica y que te emplees un poco más», lamenta.
Otro de los cometidos que llevan a cabo durante los patrullajes es la prevención de incendios, pues es un lugar con alta protección biológica y donde numerosas personas pasan sus fines de semana, con el riesgo medioambiental que ello conlleva.
«En alguna ocasión hemos podido detectar algún conato de incendio para que vengan los equipos de extinción y se encarguen de ello. Hemos llegado a ver el inicio de algún fuego y llamamos. De hecho, hace dos años, en un incendio que hubo en la zona de la presa, tuvimos que colaborar en sacar a los bañistas de la playa porque el fuego estaba por encima de ellos y la única manera de salir era a través del barco», recuerda Sánchez Perea.
Drones con flotador
Desde hace un par de semanas, el operativo de salvamento cuenta con el apoyo de dos drones, uno más pequeño, que se maneja desde la lancha, y otro de una dimensión importante, que se hace desde tierra. «El mundo de los drones nos ofrece grandes oportunidades, nos permite llegar antes a los pacientes», argumenta Sánchez Perea. «Hemos dado apoyo visual la semana pasada a varios incidentes que ha habido con resultado positivo. Aquí lo más normal es el típico bañista que sale nadando y se piensa que va a llegar al otro extremo y ya nos ponemos alerta. Aquí no se trata de reprimir a la gente en su hábitat de diversión, pero sí que tengan un poquito de concienciación porque el pantano es peligroso», apunta el responsable de la unidad de drones.
El dron más grande, además, cuenta con un dispositivo de flotación. «En todo el perímetro de la costa, que es donde más ahogamientos suele haber, podemos lanzarlo y que el bañista se agarre hasta nuestra llegada. Además, con el pequeño podemos acercarnos a lugares más oscuros. Si hiciese falta podría acercarse la lancha hasta el lugar incluso utilizando la aeronave como baliza, porque lo ves en el aire y vas al punto concreto donde está el afectado», precisa el piloto.
Su función, cuenta Wolf, es de actuar como apoyo al operativo. «La gente cuando ve un dron se reprime un poco de lo que pueda ocurrir. Si alguien que se va a tirar desde una piedra y lo ve, al menos espera a que pase. El dron reprime las imprudencias. Pero también les da mucha seguridad saber que hay un dispositivo que está visualizando», dice. «En el tiempo que llevamos funcionando, no está siendo un verano alarmante, sino relativamente tranquilo. Esperemos que continúe así», remata, mientras la aeronave regresa a la lancha para partir a tierra.
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