Hasta cinco puertos de tercera categoría pueblan el recorrido, que invita a los clasicómanos como Van Aert a probar fortuna. La imagen del día la brinda el lago de Serre Ponçon, recogido entre los Alpes más occidentales. Tras dejar atrás la bella estampa que ofrecen los pedaleos sobre sus aguas, la escapada se descontrola.
Los ataques se suceden y la homogeneidad que presentaba el grupo de 30 corredores da paso a pequeñas asociaciones en constante cambio. Lo prueba Lazkano, ansioso por brindar al ciclismo español su primera victoria de la edición, pero la falta de ayuda de sus compañeros de viaje termina por frustrarle.
Lo contrario le sucede a Kwiatkowski, cuyo zarpazo es secundado por Campenaerts y Vercher para conformar el trío de cabeza que consigue reducir las opciones de triunfo sensiblemente. Dos veteranos y un zagal en busca de la gloria. Barcelonnette dictará sentencia.
La inexperiencia mezclada con osadía invitan al joven galo Vercher en ser el primero en arrancar, pero no le da los frutos esperados. El polaco del Ineos comanda la tríada, pero su mirada se centra más en sus rivales que en la meta. Es el belga del Lotto quien llega más vigoroso a los últimos metros, se lleva con suficiencia el esprint final y llora de emoción por haber conseguido su primera victoria en el Tour a sus 32 años.
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