El Gran Derbi
El derbi en las residencias de mayores: cien años de rivalidad
En el centro Fundomar de Los Bermejales, residencia de mayores de la Fundación Doña María, los béticos «Aurelianos» y los sevillistas «José Arcadios» viven un derbi digno de un antagonismo centenario
Abde y Ejuke, el desequilibrio del derbi Sevilla - Betis
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Iniciar sesiónLa directora del centro, Sonia Peña, me presenta a los residentes que estarán en la salita de la tele cuando comience a rodar el balón en La Cartuja, pero me advierte que más de uno tendrá que ver el partido desde su habitación, como José ... García -ausente por lesión- o Jaime Alarcón Montero, quien duerme fuera de la concentración. La afición es tan grande entre los residentes, que Pedro Vázquez -director técnico de Fundomar- me cuenta cómo algunos internos que han sufrido accidentes cerebrovasculares sólo recuerdan que son béticos o sevillistas. Sin embargo, la excepción que confirmó la regla la encarnó el gran Manuel Conradi, quien con mucha guasa levantó 6 dedos y mencionó las 6 copas de la Uefa. «Y di que soy fan de Alves y Monchi».
Los hinchas mayores -como los viejos rockeros- nunca olvidan sus grandes éxitos, y así fue una delicia escuchar al sevillista José Martín Cabello, recordar por igual las 6 uefas y la construcción del Sánchez Pizjuán («Yo veía cómo se robaban el cemento. En camiones se lo llevaban para revenderlo»). El bético Javier Roldán levantó la voz para hacer hincapié en el 2-4 del derbi jugado en la inauguración del nuevo campo del Sevilla en 1958, pero el sevillista Manuel Alemany lo corrigió para precisar que «los derbis comenzaron en 1959, cuando el Sevilla fichó a Luis Miró, porque hasta entonces el Betis sólo jugaba en tercera y, a veces, en segunda». «¡Ahí, ahí!», jaleó Salud Migens, quien se vino arriba con ese «a veces» que Manuel Alemany clavó como banderillas.
Salud es la más risueña de las aficionadas reunidas para ver el derbi. «Tengo nombre de estornudo» -me repetía- «Toda mi familia es sevillista, toda. Y además soy prima del Arrebato. Me llamo Salud Migens Labandón». «¡Qué bueno era Alabanda!» -exclamó de pronto el bético José Castillo - «su dupla con Cardeñosa es lo mejor que he visto». Salud se rebrincó: «Alabanda no, Labandón. Y para que vea que no tengo nada contra ellos, a mí también me gustaba Luis del Sol».
Se ve que la rivalidad se ha dulcificado en la residencia, pues la mayoría de los residentes reconoció disfrutar con las cosas buenas que le ocurren al eterno rival. Sobre todo, ellas. «Los dos me parecen buenos», me dijo la bética Flora Barriga. «Yo soy 70 por ciento sevillista, pero 30 por ciento bética», remachó Carmen Martínez, «por eso me siento con los sevillistas». La amistad es tan importante en un centro de mayores, que Joaquín Torreglosa reconoció ser «un sevillista social, como los bebedores sociales». Rosario Ostos se sinceró así: «yo soy sevillista por mis amigas, porque a mí lo que me gusta es El Rocío». «¡Y yo soy hincha del Cádiz!» -saltó Encarna Cremo- «pero mis amigas son del Sevilla». Aquí advertí la importancia cromático-geográfica, pues José Enrique Castro era hincha del Córdoba, pero va con el Betis «por Gordillo y por los colores».
Los nombres de jugadores y entrenadores comienzan a volar a pájaros. Para Javier Roldán los mejores futbolistas fueron Gordillo y Luis del Sol, y los entrenadores Carriega y Luis del Sol. José Castillo tenía clarísimo que el mejor míster del Betis fue Juande Ramos, luego Serra Ferrer y después Pellegrini. Con la autoridad de la experiencia, los nonagenarios béticos Manuel Lara y Manuel Martínez sentenciaron que ven a Pellegrini «muy muchacho». De hecho, Manuel Lara precisó que al Betis le van mejor los entrenadores mayores y deploró el poco tiempo que tuvo Carlos Timoteo Griguol, «aunque era un chiquillo de 65». En la tribuna sevillista José Martín Cabello se declaró fan de Campanal II y Biri Biri; Manuel Alemany quiso ponerse de pie para hablar de Cobo y Enrique; Mercedes Pérez aprovechó la ocasión para citar al central Antonio Álvarez («es mi yerno, ¿sabe usted?»), y Salud Migens no se cortó un pelo: «¡A mí me encantaba Pablo Alfaro!». No obstante, la unanimidad fue rotunda cuando pregunté por el mejor entrenador del Sevilla: el argentino Helenio Herrera ganó por goleada.
Mujeres béticas y sevillistas
No puedo terminar esta crónica sin hacer hincapié en la presencia de 11 mujeres entre béticas y sevillistas, algunas de ellas hinchas por pasiones familiares. A Francisca Ortiz, su padre la obligaba a ver los partidos del Betis por la tele («no me sé ningún nombre, pero sé que me siento bética»); Mª Ángeles Durán simpatizaba con el Betis como vecina de Heliópolis, pero gracias a su nieto ya es forofa («es profesor en Estados Unidos y le va a encantar verme en el ABC») y Salud Migens no dejó de presumir de su linaje sevillista («¿te dije que soy prima del Arrebato?»). Sólo así se comprende cómo ha vivido los derbis Chari Castro: «Soy la única sevillista de la familia. Tengo 5 hijos y todos me salieron béticos. Ni uno sevillista. ¡Ni el más chico, siquiera! Y una, preparando bocadillos para los derbis». -Pero después de perder regresarían sin hambre a casa -chinchó Salud- y así no tenías que darles de cenar.
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