Resuenan todavía los ecos de los aplausos, recogidos en cientos de actos de felicitación y homenajes. Las medallas mantienen su brillo reflejado en esa sonrisa furtiva que se escapa cuando se observan, recordando aquella marca infinita, aquel podio en las alturas, aquellas lágrimas en forma de oro, plata o bronce. El telón de los Juegos de Londres 2012, bajado desde hace apenas dos meses, tiene restos de confeti y emoción, de orgullo y reconocimiento. Pero el tiempo pasa y el camino hacia un nuevo momento glorioso vuelve a empezar. Más largo y mucho más pedregoso porque las medallas, esas que tanto relucen en la foto, no se han convertido en la recompensa económica y los patrocinios que muchos de los dueños de esos metales necesitan para afrontar otra vez los entrenamientos, los madrugones, las lesiones y las renuncias personales y profesionales.
Medalla de oro en Pekín 2008 y de plata en Londres 2012; dos oros y dos platas en campeonatos del mundo, un oro y tres platas en campeonatos de Europa. Es el brillante currículum del palista Saúl Craviotto, envidiable por lo logrado, por lo que todavía augura y por el sacrificio invisible que se evapora en poco más de medio minuto de carrera. Con orgullo y cierta vergüenza -porque considera que no ha hecho nada del otro mundo- ha paseado desde Londres las medallas y las experiencias. Ha vuelto a los entrenamientos, otra etapa y con las nuevas agujetas, la realidad: todo su palmarés no encuentra respuesta económica en patrocinadores. «Todos dicen lo mismo: “Es un mal momento”, “Está muy bien, pero la crisis...”. Por el momento me estoy pagando yo el material, los desplazamientos, todo». Es muy consciente de la situación económica, pero no deja de sentir que no se valora lo suficiente todo lo que rodea esos triunfos: «Detrás de esa medalla de plata hay 41 horas semanales de entrenamientos que la gente no ve. No creo que tenga la recompensa que se merece esta inversión de esfuerzo, de tiempo y de vida. Yo no me puedo dedicar solo a entrenar porque no soy futbolista, pero también doy medallas a España, y necesito ayuda. Me encanta lo que hago, pero si no puedo tener un cierto respaldo, me dedico a otra cosa y ya está», declara entre la resignación y la frustración.
Sin futuro ni recompensa
«Se tienen que dar cuenta de que nuestro esfuerzo logra éxitos para el país»
Ninguno de los tres taekwondistas que fueron medalla en los Juegos de Londres -García, Joel González y Brigitte Yagüe- ha encontrado patrocinador. Continuarán haciendo lo que les gusta por devoción: «La concentración, el esfuerzo, el respeto, la presión. Todo eso me servirá cuando termine mi carrera deportiva, que dependerá de las lesiones y de los apoyos. Si no quieren apostar por el deporte de élite que lo digan, para mí es más fácil buscar otro trabajo que estar dándome de patadas todo el día», concluye el canario.
Tampoco al waterpolo ha llegado más apoyo económico. «Seguimos llevando la misma vida que antes de los Juegos, con los mismos patrocinadores, o menos porque los recortes también se dejan notar. Como lo harán las becas ADO a partir de enero. Yo tengo la suerte de estar en un club como el Sabadell que apuesta por el waterpolo y todas cobramos un sueldo, básico, pero nada más. La repercusión ha sido mínima y seguimos estando muy lejos de la profesionalización que sí tienen otros países y que les permiten olvidarse del alquiler y centrarse en el deporte», matiza Laura Ester.
Becas e ilusiones recortadas
En mitad del desierto, David Cal parece el oasis. Reconoce que puede dedicarse al deporte en exclusiva, porque «no se consiguen las medallas si hay que levantarse a las siete de la mañana para ir a la oficina», pero admite que su última plata no ha iluminado el camino de ningún patrocinador. «Voy tirando con el apoyo de empresas regionales. No hay tantas ayudas y las que había han disminuido. Los recortes este año que viene hará todo más difícil. La gente tiene una imagen equivocada de lo que es ser deportista de élite. No tenemos el futuro solucionado ni mucho menos, invertimos gran parte de nuestra vida en algo que solo dura unos años. No somos futbolistas, lo asumes, qué remedio, pero no es la solución ideal si además quieres crear cantera», explica el palista gallego, con un oro y cuatro platas olímpicas en su haber. No se queja de las becas, aunque le gustaría que se premiara o castigara de igual forma -en función de los resultados- en otros ámbitos de la sociedad.
Cal y Casinos creen que para llegar al oro solo puedes dedicarte al 100%, pero sin patrocinios es muy difícil
Todos ellos alzan la voz porque saben que, protagonistas de deportes que solo tienen visibilidad cada cuatro años, la repercusión mediática es imprescindible. «No solo porque nuestro esfuerzo vale lo mismo que el de los futbolistas -explica García-, sino porque se crean expectativas de triunfo en los niños, que son los que aumentarán las licencias y los que crearán un futuro en España que siga dando triunfos en forma de medalla». Aunque el camino es duro, ellos están dispuestos a seguir poniendo su sudor, pero necesitan que los recursos económicos acompañen en la travesía.











