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Soledad Giménez: «Vi a gente que seguía adelante con los pies ensangrentados»

Soledad Giménez: «Vi a gente que seguía adelante con los pies ensangrentados»

El caluroso viento de poniente sopla sobre una pequeña Vespa que bordea la costa de Valencia, que arde a 43 grados en un día de mediados de julio. La pilota la antigua cantante de Presuntos Implicados, Sole Giménez, que tiene una cita con ABC para recordar el mejor verano de su vida.

Sus mejores vacaciones fueron más fresquitas. Las pasó recorriendo el tramo gallego del Camino de Santiago con su hermano Manuel, con quien aparece en la foto de su llegada triunfal a la Catedral del apóstol. «Nos gustó muchísimo, aunque sólo hicimos una parte del trayecto nos dio tiempo para conocer muchos lugares y hacer amigos. Estuvimos una semana del verano de 2005 y tiramos unas cuantas fotos, aunque yo estoy en pocas porque nunca salgo guapa», dice entre risas.

A la pareja de hermanos no la movió «un fervor religioso, porque no somos católicos», dice. «Pero habían pasado muchas cosas en mi vida y fue la forma perfecta de desconectar». Hacía poco que se había separado de su marido, y su continuidad con Presuntos Implicados ya pendía de un hilo. Así que se entregó a los paisajes gallegos para darle un descanso a la mente.

Armados con una guía de viaje y el tradicional bastón para apoyarse en la travesía, Sole y Manuel arrancaron en la localidad de O Cebreiro, donde muy pronto se dieron cuenta de las dimensiones del desafío. «Andando un recorrido tan largo recuperas el sentido de las distancias, te das cuenta de que veinte kilómetros no son los diez minutos de coche, sino una eternidad», dice la artista. Sin embargo, la belleza gallega les hizo olvidarse del dolor de pies. «Empezábamos la jornada a las seis y media de la mañana y veíamos unos amaneceres preciosos, con el sol subiendo entre la bruma de los bosques de robles y hayas. Lo mejor es que terminas compartiendo varias jornadas con las mismas personas, a veces durmiendo en los mismos albergues, y se forja la amistad por el camino. Nos hicimos amigos de australianos, ingleses, mexicanos, malagueños, vallisoletanos, alicantinos... hace unos días recibí un mensaje de uno de ellos, que decía: «hoy hace cuatro años llegamos al final del Camino de Santiago». Precioso, ¿verdad?».

Aquel viaje, «un reto superado», necesita una estricta preparación. «Lo principal es ir con un espíritu abierto, con ganas de hablar con las gentes que te vas encontrando. Es importante llevar lo imprescindible, pero lo fundamental es hacerse con unas buenas botas. Es extraño, porque a casi todos les salieron ampollas, excepto a mí. Vi a gente que iba con los pies literalmente ensangrentados, es increíble el aguante que tenían algunos».

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