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William Kentridge muestra las cicatrices del apartheid y reinventa la Danza de la Muerte en el CCCB

El artista sudafricano exhibe en Barcelona todos los vídeos de la serie «Drawings For Projection» y la instalación audiovisual «More Sweetly Play The Dance»

Detalle de la instalación «More Sweetly Play The Dance» CCCB
David Morán

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Casi al final de «Lo que no está dibujado», exposición con la que el Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona (CCCB) se asoma al multidisciplinar y siempre alegórico universo creativo de William Kentridge para mostrar «las heridas aún abiertas del colonialismo y la segregación racial», un montaje audiovisual presenta al artista sudafricano por duplicado charlando consigo mismo y explicándose el porqué de sus creaciones.

No es, ni de lejos, lo más destacado de la exposición, pero ayuda a entender mejor que cualquier texto de sala la naturaleza cambiante de sus trabajos y la multiplicidad de registros, de la pintura a la animación al carboncillo y de los tapices a la escenografía para ópera y teatro, en la que opera Kentridge.«Conecta con dos preocupaciones que siempre han estado muy presentes en esta casa: la mirada sobre la desigualdad sistematizada y el interés por la creatividad africana», destaca Jordi Costa, jefe de exposiciones del CCCB.

William Kentridge, por partida doble CCCB

Así que ahí está Kentridge, rodeado de brochas y pegotes de pintura y entrevistándose a sí mismo en su estudio de Johannesburgo, el mismo desde el que se ha conectado vía streaming este jueves para presentar «Lo que no está dibujado». La exposición, una versión ampliada de las que se pudieron ver en 2015 y 2019 en Ámsterdam, no sólo reúne nueve tapices de gran formato y la serie completa de cortometrajes «Drawings For Projection», una suerte de relectura alegórica y punzante de la historia de su país, sino que acoge el estreno de «More Sweetly Play The Dance», una instalación audiovisual de gran formato que transforma una suerte de desfile de Mardi Gras en una procesión ritual de refugiados, enfermos y desposeídos.

Música y baile para remezclar y reiventar la versión medieval de la Danza de la Muerte.«Existía la creencia de que si podías mantenerte bailando en la plaza del pueblo la plaga pasaría de largo hasta el siguiente pueblo. Hay algo de la actividad comunal del baile, de respirar y sudar juntos, que es una resistencia contra la muerte», explica Kentridge a propósito de una instalación armada, en parte, partir de imágenes del brote de Ébola de 2014.«Ahora, claro, se ven de otra manera», señala. Tras su paso por el CCCB, «More Sweetly Play The Dance» se instalará en la Fundación Sorigué.

Ecksein y Teitlebaum

La exposición se completa con nueve tapices de gran formato realizados en colaboración con el Stephens Tapestry Studio, un taller de tejedoras sudafricanas, y, sobre todo, con la serie de vídeos «Drawings For Projection», películas que Kentridge empezó a crear hace casi tres décadas y que se alimentan de la «sociedad traumatizada» que dejó el apartheid.

Uno de los dibujos de la serie «Drawings For Projection» William Kentridge

En las cintas, nacidas de la animación de dibujos al carboncillo, el sudafricano explica las historias cruzadas de Soho Eckstein , magnate industrial que se enriquece con la minería de oro, y Felix Teitlebaum, poeta melancólico que acaba yaciendo con la mujer de Eckstein. Dos personajes arrojados a una montaña rusa histórica y social con la que Kentridge ahonda en conceptos como el colonialismo, la xenofobia, la memoria y el olvido.

El propio artista recuerda que, a finales de los ochenta, su primera idea fue realizar una película más o menos convencional, pero acabó desechando la idea cuando se dio cuenta de que había que convencer a demasiada gente. «No podía estar toda la vida pendiente del entusiasmo de otras personas», apunta.

Fue así como acabó dibujando, borrando y redibujando la historia de Sudáfrica para adentrarse en lo que él mismo denomina «un arte de ambigüedad, de contradicción, de gestos incompletos y finales inciertos». Y todo sin moverse de su ciudad, Johannesburgo, «Muestra la importancia de las ciudades, donde aparecen y desaparecen las cicatrices del pasado y los conflictos del presente», destaca la directora del CCCB, Judith Carrera.  

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