No amaina el temporal
En el reciente Debate del estado de la Nación, Mariano Rajoy declaró que España tenía la cabeza fuera del agua. Sin embargo, su discurso no fue triunfalista. Más bien fue moderadamente optimista, como el del náufrago que tras capear los efectos devastadores de un temporal se topa ahora con la desierta e inquietante soledad de la isla en la que encalla. Rajoy inició su participación recordando la cifra más dramática que mantiene a la deriva constante a nuestra sociedad: la de los 5.965.000 parados; para volver a insistir, con la vista puesta en un horizonte esperanzador, en que el naufragio se ha conseguido superar. Todo ello con la sombra del caso Bárcenas planeando; cuestión que no quiso abordar, pero que su homónimo opositor no tuvo reparo en señalar. Rubalcaba exigió la renuncia del presidente ante la crisis social, política y moral y el balance de un año de recesión, desempleo y desigualdad. Dejando entrever después una cierta disposición a un acuerdo general con reforma constitucional incluida. Finalmente, y después de todo, es probable que Rajoy consiguiera sacar la cabeza del agua en el debate del Congreso; pero también que, hoy por hoy, la tempestad no amaina.
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