Los telediarios de ahora dedican su mayor minutaje a asuntos de corrupción, a la crisis que cabalga o a las pendencias políticas; es lo suyo en los tiempos que corren; lo que no es lo suyo es que la noticia siguiente, la «exclusiva» del día sea que hace frío en invierno. Pues sí: no hay informativo que no destaque, antes que la guerra civil de Siria, por ejemplo, el «mapa del tiempo» para el fin de semana. El espectador sensato, abrigado en su manta o estufa, o ambas, se pregunta si la gran noticia del día, del mes, del invierno, es que haga frío, llueva o nieve.

Por León hace siglos que por estas fechas hace frío, llueve, nieva, hiela, y lo que te rondaré. La noticia sería que la escarcha, la helada o la nevada no cubrieran, al amanecer, el paisaje; o que el personal se pasease por pueblos y ciudades en mangas de camisa por muy chicarrones del norte que presuman. Pues no, la noticia no es el frío, sino el temblor. Y por León, frío siempre hubo, pero temblores, como los de ahora, pocos. Los leoneses están curtidos en sabañones y soportan lo que del cielo venga; pero ahora no tiemblan por el invierno polar, sino por el invierno solar, o sea, el del solar patrio; o sea, por la que se les viene encima con el temblor de los cimientos de sus instituciones, de sus ayuntamientos, de la Diputación, de Caja España, de la minería, de las industrias, de los hospitales…

Tiembla León, capital y provincia, no por el frío (faltaría más), sino porque, bajo sus pies, los leoneses sienten el crujir de una avenida devenida en socavón; en un túnel hacia el precipicio que sólo Dios y los políticos de bien, que los hay, evitarán.