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La Academia de Ciencias de Estados Unidos cuestiona los polígrafos

Las Academia de Ciencias de EE.UU. ha dejado por los suelos la reputación de los detectores de mentiras, como herramientas para la seguridad nacional.

WASHINGTON. En un esperado informe publicado esta semana en Washington, la principal institución científica norteamericana denuncia la inaceptable fiabilidad de los polígrafos para detectar espías, con resultados tan poco exactos que pueden ser hasta contraproducentes.

Durante los últimos cincuenta años, el polígrafo -que literalmente significa muchos trazos- se ha utilizado intensivamente en Estados Unidos para tareas de contraespionaje. Su técnica, desarrollada desde principios del siglo pasado, se basa en comprobar la veracidad de cualquier interrogado a través de cambios psicofisiológicos.

Las «máquinas de la verdad» miden la expansión de la cavidad torácica, cambios y respuestas galvánicas de la piel, presión sanguínea y pulso cardiaco. Teóricamente, estos parámetros se alteran a la hora de mentir. De acuerdo con el dictamen de un selecto grupo de especialistas, utilizar estos aparatos para detectar espías es una peligrosa fantasía pseudo-científica que solamente ofrece una falsa sensación de seguridad. Críticas que confirman otras dudas anteriores sobre la validez de los polígrafos. De hecho, la legislación federal de Estados prohíbe desde 1988 la utilización de este tipo de pruebas por parte de empresas privadas para seleccionar trabajadores. Judicialmente, los resultados de polígrafo son inadmisibles como evidencia en casi todos los tribunales norteamericanos.

No hay alternativa

En contraste, el Gobierno federal obliga a que miles de aspirantes y empleados en puestos delicados pasen anualmente por un detector de mentiras. Estos análisis no se limitan a los servicios de inteligencia ya que, especialmente desde los ataques terroristas del 11-S, también se ha empezado a realizar este tipo de exámenes en el FBI, el Pentágono, grandes departamentos de Policía y hasta en el servicio de Correos.

La dureza del informe de la Academia de Ciencias -elaborado por especialistas en psicología, leyes, ingeniería y otros campos tras 19 meses de estudio- podría favorecer eventualmente cambios en el uso de polígrafos en materia de seguridad nacional, pruebas en las que el Gobierno de Estados Unidos invierte millones de dólares anuales. Pero para los defensores de estas cuestionadas «máquinas de la verdad», aunque es evidente que esta herramienta tiene sus fallos, no existe una alternativa perfecta. En opinión de Michael O´Neil, ex asesor de la CIA, la clave es utilizar polígrafos junto con otros sistemas de investigación.

Irónicamente, este estudio ha sido financiado por el Departamento de Energía, que por mandato del Congreso debe someter a miles de sus empleados a pruebas periódicas con polígrafos. Por el contrario, este informe sí reconoce que los polígrafos tienen cierta utilidad policial para detectar respuestas falsas a cuestiones muy concretas.

Pero el sistema pierde drásticamente su efectividad cuando se realizan preguntas más generales y las personas interrogadas experimentan estrés o ansiedad. El estudio ofrece como ejemplo una hipotética muestra de 10.000 funcionarios que contiene diez espías. Si los resultados del polígrafo fueron efectivos al 80 por ciento, 1.606 individuos -incluidos ocho espías- no pasarían el examen. Si la sensibilidad de estas pruebas fuera rebajada para reducir tanto porcentaje de imprecisión, el número de falsas alarmas descendería a 41, pero ocho de los diez espías infiltrados no serían detectados.

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