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entrevista

Paloma San Basilio: «Hace tiempo que no creo en las relaciones de pareja excluyentes»

La cantante madrileña ha dado un giro radical a su vida, que se refleja en el atrevido estilo de su nuevo disco «Amolap»

belén díaz

MONTSERRAT LLUIS

«Amolap». Así leída, esta palabra no dice nada. Pero, cuando se escuche a partir del martes, lo dirá todo. «Amalop» es el título del nuevo disco de Paloma San Basilio , también su nombre escrito al revés y el nítido reflejo del giro de otros 180 grados que ha dado a su vida. A los 61 años, ha cambiado de imagen, de casa, de estilo musical, se ha pasado al sonido electrónico y a las redes sociales.

Una renovación integral «desde dentro» —valiente para muchos, suicida para alguno— que explica por primera vez en ABC. Se la ve ilusionada, infinitamente más cerca de la «Evita» que la consagró hace más de tres décadas que de la jubilación. Trascendente. Sensible. Reivindicativa. Libre. Lo de menos es haber hecho dueto con Plácido Domingo o tener un Grammy a la excelencia musical. El no va más es que te hagan coros tus nietos en un álbum que acaba de producirte tu hija. «Cuando los oigo se me parte el corazón: son tan monos y están tan lejos». Se emociona Paloma; mejor dicho, «Amolap».

—¿Por qué esa catarsis ahora?

—Siempre he sentido que tenía que renovarme. Lo hago de forma natural y endógena, no para convertirme en lo que no soy. En esta profesión, el riesgo es tremendamente sano.

—Su hija Shalee ha tenido que ver en el giro hacia el hip-hop o el dance.

—He escuchado desde hace tiempo música electrónica porque a mi hija, que es artista, compositora y productora, le gusta mucho. Yo llevaba cuatro años sin grabar porque no me estimulaba nada, hasta que en septiembre, de repente, la llamé y le dije: «¿Me vas a hacer un disco?» Y ha sido una maravilla. He tenido absoluta fe en ella. Los hijos nos enseñan mucho. Me ha hecho las canciones como nunca nadie.

—¿Es consciente de que venderá menos que con un disco melódico?

—No, porque los discos ya no se venden. Antes yo no salía por menos de 150.000 discos pero, con las ventas de ahora, ¿qué vas a perder? Estoy apostando mucho por Internet.

—¿Se puede vivir de la música?

—Yo sí vivo... Es una época difícil para la gente que empieza. Las compañías no quieren arriesgar. De hecho, este disco me lo he producido yo. Si se lo propongo a una discográfica, me dice que estoy mal de la cabeza. Tienen miedo, el mercado se les ha venido abajo, también los directos, y no saben por dónde tirar. Luchan como pueden pero no en la dirección adecuada.

—¿También en la música se ha gastado más de lo admisible?

—Ha pasado con casi todo. La parte opulenta del mundo siente hartazgo de todo. Tenemos la obligación de reconstruirnos a partir de una enorme crisis y volver a tomar el control de nuestras vidas. Cuanto más puedes elegir, más victima eres de tus elecciones propias y ajenas. No somos libres. Estamos controlados por un Gobierno, por Hacienda, por lo que dicen la Merkel o las agencias de calificación...

—A usted trabajo no le falta...

—Pero yo le doy mucho al coco. Siempre he ido por libre y eso tiene el gran precio de que las cosas te las debes ganar tú, pero te da independencia. Es bueno que el artista aprenda que no puede vivir de las subvenciones. Tiene la obligación moral de hacer su trabajo lo mejor posible, no venderse al mejor postor, respetar a la sociedad y a sí mismo.

—Estrena casa cuando otras artistas deben venderla para poder vivir.

—Pues lo tienen crudo. Estoy intentando vender la que tenía y no puedo. Lo malo de los artistas es un sistema fiscal tremendamente injusto. Cotizas siempre como persona física cuando realmente tienes etapas en que ganas mucho y otras, no. No hay ninguna capacidad de ahorro, con lo que, cuando la gente no tiene trabajo, lo pasa mal.

—Quizá también hay que saber guardar en épocas de bonanza…

—Sí, también es cierto. Yo soy normal. Invierto casi siempre en ladrillos, que es lo único que sé, y unas veces me va muy bien y otras no tanto. Pero tengo los pies bastante en el suelo. No necesito tres coches, ni cinco brillantes. Lo que realmente me gusta es viajar y disfrutar con mi familia.

—¿Piensa en ese futuro en que quizá no le vaya tan bien?

—Sí, pero, si ingreso menos, no pasa nada. Con una casa tienes de sobra, vendes las otras y se acabó. Hay gente que tiene un piso y no lo puede pagar. Los gobiernos no protegen al ciudadano. Si estamos pagando tantísimos impuestos y hay tantísima gente que nos representa, deberían ser protectores y no siempre apoyar al más fuerte.

—¿Qué le parecen las medidas que se están tomando ahora?

—Me siento más tranquila ahora que con el Gobierno anterior. Noto que hacen horas extras mientras el otro trabajaba de vez en cuando y sin criterio. El nivel y la talla de la gente que lleva las riendas de este país es, en general, muy superior al de sus predecesores.

—Pero toca pagar más impuestos…

—Si pagas más impuestos pero se ven y no se pierden en todas las cosas que estamos descubriendo… Si hacen que se mueva el dinero, se trabaje más…

—El polémico libro de Pilar Eyre sobre la Familia Real habla de usted.

—No entiendo cómo alguien que puede tener el título de periodista aplica tan poco rigor en comprobar las informaciones y tantísima ligereza al plasmarlas. No todos estamos en el mismo saco. Mi trayectoria es muy clara y transparente, y algo tan fuera de la realidad y de la verdad, por lo menos, hay que comprobarlo. No es justo que, de pronto, alguien se salte todas las normas calumniando. Me parece absolutamente indignante.

—¿Qué opina sobre la Casa Real?

—Es una institución aceptada por los españoles y que, como todos, tiene que tener un control. No es infalible ni debe ser intocable, aunque, también como cualquier ser humano, sus miembros merecen un respeto y un trato de rigor. Las instituciones están para respetarlas, pero también para exigirles. Seguimos formando parte del circo de este país en el que parece que lo único importante es la vida privada. Cuanto más se hable e incluso se difame, mejor. No es sano. Una sociedad que se alimenta de esa bazofia no hace una buena digestión.

—¿Se plantea posar desnuda para una revista?

—No tengo ningún problema por hacer reportajes para las revistas siempre que estén dentro de mi criterio. « Interviú » tiene una difusión importante y lo único que pasa es que hay un tipo de posados que no quiero hacer ni haré.

—¿Es más liberal en el amor?

—Hace mucho que sentí que la relación de pareja excluyente no era mi forma de vida. Mi vida es muy abierta, tengo la gente que necesito, pero no estoy cerrada en una relación hermética.

—No cree en el amor para toda la vida.

—Me veo con las personas para toda la vida, pero en calidad de lo que sea. Lo que ya no entiendo es esa relación de pareja. Se me ha quedado como de hace muchísimo tiempo: compartir mi vida con una persona, estar vinculada, eso no. Los espacios son de libertad.

—¿Y las mariposas en el estómago?

—Las tuve en algunos momentos de mi vida, pero ahora no son mariposas, son alas inmensas que me hacen flotar en un espacio abierto maravilloso.

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